domingo, 24 de febrero de 2013

Interludio: La torre de piedra (1)

El Dios de la Torre de Piedra abrió los ojos. Desconcertado, confuso y con dolor de cabeza, miró a su alrededor y observó la majestuosidad de la sala en la que se encontraba. Un techo altísimo, coronado por bóvedas de gastada piedra amarillenta, producía la impresión de que se estaba al aire libre y no en una habitación cerrada. Las paredes estaban formadas del mismo material, al igual que las grandes columnas que sostenían la estructura. Algunos trozos de las paredes tenían lo que el Dios consideró como lienzos, todos ellos tintados con gamas grises, amarillas y naranjas. No habían ventanas en la habitación, y tampoco antorchas o faroles, por lo que le extrañó que la estancia estuviese perfectamente iluminada.

Incorporándose en el trono, observó que el suelo estaba resquebrajado y, en algunos lados, hundido. Por supuesto, las baldosas del mismo tenían el mismo color que el resto de la piedra de la habitación, solo que en este caso se alternaba el amarillo oscuro con el naranja y el gris apagado, formando lo que parecía un camino que llegaba hasta la gran puerta de dos hojas que estaba empotrada en la pared frontal.

Algunas piedras se habían desprendido del techo y regaban la sala. Muchas eran pequeñas y estaban destrozadas, pero por lo menos una docena le llegaban a la rodilla y otras tantas eran gigantescos bloques que bloqueaban su vista incluso estando de pie.

El Dios avanzó unos pasos, bajando los pequeños escalones que surgían de la plataforma en la que se alzaba su trono. Sentía su mente difusa, pegajosa, como si llevase tantas horas dormido que su cuerpo hubiese despertado antes que sus pensamientos. Enfocando la vista por toda la zona, distinguió a los personajes que se hallaban en ella. El espectáculo le habría resultado bizarro a cualquiera, pero él ya había empezado a atar los fragmentos de su consciencia y sonrió.

"Ahh... mis sirvientes". Pensó. "Por fin he despertado...". Empezó a escuchar la música.

Entre dos columnas, una banda de seres grotescos hacían sonar sus instrumentos. Uno de ellos parecía una especie de árbol reseco, un Ser Deku, cuyo rostro tallado en el tronco formaba una mueca de dolor. En vez de ramas, nacían unos brazos largos y extravagantes que sostenían un violín. Movía los dedos a un ritmo frenético, marcando el tempo de la canción y repitiendo una y otra vez la bajada de octavas. El ser de los timbales era un antiguo Gibdo, una figura humana carcomida hasta los huesos de color marrón. Su cabeza carecía de facciones, salvo un ojo sin pupila ni iris que alternaba de un tambor a otro cada vez que uno de los palos que sostenía golpeaban el instrumento. Los dos flautistas se parecían al Gibdo, pero con la diferencia de que estos eran de color gris y tenían dos ojos en vez de uno y boca.

Los músicos repetían una y otra vez la tétrica canción, mientras que los esqueletos que poblaban la mayor parte de la estancia bailaban a su son, como unos títeres espeluznantes. Se meneaban de un lado a otro, al ritmo de los timbales. Algunos Poe, fantasmas del rencor, se deslizaban suavemente por los techos, riendo alocadamente al compás de cada stacatto del violín del Ser Deku.

Dos Sabreyes, gigantescos colosos de tres metros de alto, color morado chillón, brazos puntiagudos y carentes de manos, y un enorme ojo amarillo donde debería estar la cabeza, custiodaban la puerta.

El Dios terminó de bajar los escalones y los músicos dejaron de tocar, haciendo que los esqueletos, ataviados con brillantes prendas de color amarillo y naranja y con abalorios dorados, detuviesen su hipnotizante danza. Girando todos la cabeza hacia el trono, formaron una fila simétrica y ordenada.

Sonriendo para sí, el Dios alzó una mano, formando un símbolo con el índice y el meñique. El silencia era sepulcral. Al instante, todos los seres de la sala, incluidos los Poe del techo, se inclinaron hacia él, murmurando.
  • Vuessa, igrrde, netha – El coro de voces retumbó en la sala. El Dios recordó el significado de la frase al instante, "Poderoso, inmortal, soberano ". (...)

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