jueves, 28 de febrero de 2013

Interludio: Bruma (2)

(...)En aquel preciso instante sentí unas ganas terribles de guardármelo en el bolsillo. Miré a mi alrededor con cautela y observé a mi madre, apoyada en el mostrador y con la vista fija en la despensa de la izquierda. Solía evadirse así, sin previo aviso. El Josemi seguía en la trastienda, por lo que deslicé el dado en el bolsillo trasero de mis vaqueros y dejé la caja en el estante.

No sentí remordimientos, pero aun así me costó bastante disimular el hurto los días siguientes. Nunca he sido un buen mentiroso.

Cuando el Josemi volvió de la trastienda con el género, mi madre le deslizó dos billetes de 5 créditos por el mostrador y el Josemi, rápido en las cuentas como siempre, le delvolvió el cambio al instante. Acto seguido, me guiñó el ojo y me dijo:

-Hombre, zagal, si no te había visto. Cosa lógica, ya que apenas asomas la cabeza por el mostrador. Con ese pelo rubio te había confundido con la escoba.

Me puse furioso con él. Mi altura era un tema de conversación muy atractivo para los que les gustaba meterse conmigo. Puse mi mayor cara de enfadado y le levanté el dedo corazón. La colleja que me llevé no fue peor que las risas del Josemi que me acompañaron hasta que salí de la tienda. Me prometí a mi mismo que le daría una buena patada en el culo cuando creciese.

Con ese alentador pensamiento, volvimos a la urbanización con las compras. Mi madre estaba muy callada, más callada de lo habitual. Los últimos días no habían sido fáciles porque mi padre había tenido una gran cantidad de trabajo en el hospital y apenas había tenido tiempo de pasar por casa. Esto provocaba conflictos entre los dos, ya que el tedio que le tenía mi madre al piso, al barrio y a la ciudad cada vez eran mayores. En una ocasión, mi madre salió de casa dando un portazo tras una acalorada disputa con mi padre sobre lo mucho que odiaba la situación en la que nos encontrábamos. Ese recuerdo aun lo tengo grabado a fuego en mi memoria. Supuse por aquel entonces que mi madre habría ido a casa de su hermana a desquitarse.

Mis tíos vivían en el edificio de enfrente y de vez en cuando mi madre iba a tomarse el café con ellos. Allí escuchaba las cosas que decía mi madre. Casi nunca eran buenas. Decía que mi padre solo pedía horas extra para evadirse de nuestras vidas. Para olvidar que su vida había tomado una cuesta abajo imposible de retomar.
Mi tía Asun siempre le daba la razón y le proponía planes para salir de mi casa. Pero mi madre me señalaba y se quedaba cabizbaja, con los ojos fijos y empañados en la taza del café.
Pensaban que no escuchaba, que estaba demasiado entretenido jugando a las construcciones con mi prima Paz, pero siempre estaba atento a sus palabras. Y siempre odié cada una de ellas.

La tarde que conocí a Bruma los charcos del camino me proporcionaron un entretenimiento mayúsculo. Mi madre y yo llegamos a la urbanización empapados. Tras teclear el código de la puerta, entramos y nos dirigimos a toda prisa hacia el edificio 3. Mi urbanización estaba formada por seis edificios de cinco plantas cada uno, confrontados entre sí. Una valla de unos cuatro metros de alto rodeaba las seis estructuras, un aparcamiento y un parque de tierra con un par de viejos y oxidados columpios que, según mi padre, habían traido del centro de Madrid. A mitad de camino ví a mi mejor amigo, Jacobo, que estaba saltando con su botas ortopédicas en un charco mientras perseguía al tonto de su hermano, Fran.
Le dije a mi madre que me quería quedar con ellos y jugar un rato en los charcos. Sin ni siquiera mirarme, ella se soltó de mi mano y continuó su camino (...).

miércoles, 27 de febrero de 2013

Interludio: Humo azul (1)

Mi nombre es Mat. Nací en los suburbios de Ravenstead, y a diferencia del resto de los pobres imbeciles a los que les ha tocado en suerte semejante maldición, yo no estoy marcado. No se como se las arreglaron para sacarme de allí, pero mis padres me colocaron en una familia del círculo medio. Nunca los llegué a ver, a si que no tengo porque agradecerles nada. Yo solo me he bastado y me he servido para llegar a donde he llegado. Nadie me ha regalado nada, y esa es la clave de mi éxito.

Mi infancia, por decirlo de alguna manera, la pasé entre peleas, notas ejemplares y algún que otro beso en los labios de chavalas con algunos años más que yo. Los profesores me adoraban, a pesar de que cada vez que algun alumno me miraba de manera que yo considerase incorrecta me lanzaba sobre él hecho un torbellino de puñetazos y palabrotas. Así me gané el miedo de mis compañeros, y del miedo empezó a llegar el respeto.
Por esa razón, y al saber que nunca podría intimidar física o psicológicamente a un adulto, me dedicaba a hacer gala de una labia exquisita y de unos modales perfectamente comedidos. Jamás llegando al mundialmente conocido estado de lameculos casposo, ya que los tipos que insisten en tener esa actitud de gilipollas sin personalidad solo pueden aspirar a una palmadita en la cabeza de vez en cuando y, si el pez gordo en cuestión es lo suficientemente narcisista como para tirarse un pedo en público y poner cara de satisfacción, un pequeño aumento de salario/libertades.

Si quereis que os diga la verdad, hasta que llegué a la Escuela Superior nunca me sentí realmente especial. Era consciente de mi inteligencia. Era consciente de mi ingenio. Era consciente de mi capacidad para relacionarme y de intimidar a todo aquel que se interpusiese en mi camino, pero tampoco llegué al punto de convertirme en un ser de absoluto egocentrismo ni a cantar a los cuatro vientos que estaba tocado por la mano de ese Dios al que todos esperamos ver tras la muerte. Y eso fue la clave para que desarrollase de manera sublime el arte del autocontrol y de la actuación. Al no darle importancia al hecho de ser tan perfecto, al menos de cara a la galería, la naturalidad hacía estragos sobre mis "enemigos" y me daba una grandiosa ventaja sobre ellos.

Ya por aquel entonces, y estamos hablando de la etapa que transcurre desde los 6 a los 12 años, me di cuenta de lo fácil que es manipular a una persona. No me refiero a una persona del montón, a la que el individualismo ha abandonado, si no a un individuo íntegro, con valores bien arraigados, cuya meta en la vida es ser feliz y hacer que el mundo lo sea, o viceversa. Por supuesto, es un ejemplo un poco estúpido, ya que el director Bratterson, del Colegio Público San Diego se limitaba a jugar al cricket los domingos y en echarle un polvo a su escuálida esposa de vez en cuando.

El creyó (bueno, más bien vió) tener a un joven genio, un poco atolondrado y caótico de vez en cuando, pero con buen corazón y sin duda con una mente increíblemente desarrollada. Y me ayudó de una forma impagable. Lo único que tuve que hacer fue sacar sobresalientes, destacar en toda materia posible y sacarme de encima la competencia de manera discreta y eficaz. La primera vez que cometí un asesinato fue a los 11 años, cuando el pequeño Jibb Crowtress empezaba a salirse de los gráficos y a ponerme en muchos aprietos para lograr la beca.

Bratterson me consiguió la beca para estudiar en la Academia Heppeny, una de las Escuelas Superiores más prestigiosas de todo el mundo. Mis padrastros estaban orgullosos de mi y mis hermanastros, celosos. Horace, el pequeño y malcriado Horace, fue mi segunda víctima. Descubrió ciertas sustancias... ilegales en mi habitación. Si hubiese decidido mantener la boca cerrada, tal vez mi psicosis habría acabado con Jibb, pero no fue así.

Pero me estoy adelantando a los actos, por supuesto. La historia de mi vida comienza un 8 de Marzo de 2057, en el estado de East Point, America Sur...

domingo, 24 de febrero de 2013

Interludio: La torre de piedra (1)

El Dios de la Torre de Piedra abrió los ojos. Desconcertado, confuso y con dolor de cabeza, miró a su alrededor y observó la majestuosidad de la sala en la que se encontraba. Un techo altísimo, coronado por bóvedas de gastada piedra amarillenta, producía la impresión de que se estaba al aire libre y no en una habitación cerrada. Las paredes estaban formadas del mismo material, al igual que las grandes columnas que sostenían la estructura. Algunos trozos de las paredes tenían lo que el Dios consideró como lienzos, todos ellos tintados con gamas grises, amarillas y naranjas. No habían ventanas en la habitación, y tampoco antorchas o faroles, por lo que le extrañó que la estancia estuviese perfectamente iluminada.

Incorporándose en el trono, observó que el suelo estaba resquebrajado y, en algunos lados, hundido. Por supuesto, las baldosas del mismo tenían el mismo color que el resto de la piedra de la habitación, solo que en este caso se alternaba el amarillo oscuro con el naranja y el gris apagado, formando lo que parecía un camino que llegaba hasta la gran puerta de dos hojas que estaba empotrada en la pared frontal.

Algunas piedras se habían desprendido del techo y regaban la sala. Muchas eran pequeñas y estaban destrozadas, pero por lo menos una docena le llegaban a la rodilla y otras tantas eran gigantescos bloques que bloqueaban su vista incluso estando de pie.

El Dios avanzó unos pasos, bajando los pequeños escalones que surgían de la plataforma en la que se alzaba su trono. Sentía su mente difusa, pegajosa, como si llevase tantas horas dormido que su cuerpo hubiese despertado antes que sus pensamientos. Enfocando la vista por toda la zona, distinguió a los personajes que se hallaban en ella. El espectáculo le habría resultado bizarro a cualquiera, pero él ya había empezado a atar los fragmentos de su consciencia y sonrió.

"Ahh... mis sirvientes". Pensó. "Por fin he despertado...". Empezó a escuchar la música.

Entre dos columnas, una banda de seres grotescos hacían sonar sus instrumentos. Uno de ellos parecía una especie de árbol reseco, un Ser Deku, cuyo rostro tallado en el tronco formaba una mueca de dolor. En vez de ramas, nacían unos brazos largos y extravagantes que sostenían un violín. Movía los dedos a un ritmo frenético, marcando el tempo de la canción y repitiendo una y otra vez la bajada de octavas. El ser de los timbales era un antiguo Gibdo, una figura humana carcomida hasta los huesos de color marrón. Su cabeza carecía de facciones, salvo un ojo sin pupila ni iris que alternaba de un tambor a otro cada vez que uno de los palos que sostenía golpeaban el instrumento. Los dos flautistas se parecían al Gibdo, pero con la diferencia de que estos eran de color gris y tenían dos ojos en vez de uno y boca.

Los músicos repetían una y otra vez la tétrica canción, mientras que los esqueletos que poblaban la mayor parte de la estancia bailaban a su son, como unos títeres espeluznantes. Se meneaban de un lado a otro, al ritmo de los timbales. Algunos Poe, fantasmas del rencor, se deslizaban suavemente por los techos, riendo alocadamente al compás de cada stacatto del violín del Ser Deku.

Dos Sabreyes, gigantescos colosos de tres metros de alto, color morado chillón, brazos puntiagudos y carentes de manos, y un enorme ojo amarillo donde debería estar la cabeza, custiodaban la puerta.

El Dios terminó de bajar los escalones y los músicos dejaron de tocar, haciendo que los esqueletos, ataviados con brillantes prendas de color amarillo y naranja y con abalorios dorados, detuviesen su hipnotizante danza. Girando todos la cabeza hacia el trono, formaron una fila simétrica y ordenada.

Sonriendo para sí, el Dios alzó una mano, formando un símbolo con el índice y el meñique. El silencia era sepulcral. Al instante, todos los seres de la sala, incluidos los Poe del techo, se inclinaron hacia él, murmurando.
  • Vuessa, igrrde, netha – El coro de voces retumbó en la sala. El Dios recordó el significado de la frase al instante, "Poderoso, inmortal, soberano ". (...)

sábado, 23 de febrero de 2013

Interludio: Bruma (1)

Aun sigo recordando los ojos de Bruma. Era muy pequeño, apenas contaría con 11 años, cuando la ví por primera vez. Mis padres me dijeron que era huérfana, que tuviese mucho cuidado de preguntarle por su familia. Las razones me eran desconocidas, por supuesto. Siempre he sido muy curioso, pero me inculcaron en aquellos tiempos la capacidad de callar lo que uno piensa.
Si no hubiera sido así, tal vez nunca habría podido escuchar de sus labios las historias que aun recuerdo.
No me avergüenza admitir que ella siempre me ha leido como un libro abierto, mientras que a mi me costaron muchos años a su lado conocer lo que se escondía en lo más profundo de su mente.
Una de las primeras cosas que descubrí de ella fue que, si le preguntas sobre su pasado, no te responderá. Pero si mantienes la boca cerrada, aunque tengas mucho interés por las cosas que haga o piense, ella probablemente te cuente algunas cosas. No todas.

Mi primer contacto con ella fue en el rellano de la escalera de mi casa. Mis padres y yo vivíamos en una triste urbanización a las afueras de lo que era Madrid. Mi padre nos trasladó allí tras la guerra que asoló el país, al encontrar un trabajo de auxiliar clínico en el hospital Redención de Jesús. Mi madre siempre opinó que, siendo mi padre un médico con más de 14 años de experiencia laboral, su vida se estaba yendo a la ruina con aquel empleo. Creo que nunca fue feliz en el angosto 4º piso de la calle Pinar. Pero nunca nos lo dijo.

Por aquel entonces yo acababa de cumplir 10 años. Era un noviembre frío. Más frío que de costumbre. La lluvia apenas paraba durante gran parte del día y el novedoso sistema de alcantarillado apenas daba a basto para contener el aluvión que nos caía encima. Empapado y muerto de frío, me pasaba las tardes enteras paseando por los alrededores de El Encinar, que era así como se llamaba nuestro barrio. En una de esas tardes lluviosas, iba cogido de la madre de mi mano hasta el tienducho del Josemi. A pesar de ser un local sucio y con apariencia siniestra, la tienda del Josemi tenía de todo, al menos a los ojos de todos los chicos de la zona. Pistolas de juguete, mandarinas y calzoncillos de a crédito se repartían desordenadamente en los estantes. El Josemi, todo alegría y desparpajo, me llamaba zagal, cosa que odiaba, y me regalaba de cuando en cuando bloques de LEGO y chocolatinas que guardaba con eficiencia ratonera a la mirada atenta de mi madre. Siendo dentista, no le reprocho su búsqueda constante de caries y demás pavorosas enfermedades en mis dientes escrupulosamente limpios. Una de las cosas que más he agradecido toda la vida es la afortunada ausencia de aparato, que nunca pudimos costear y que nunca llegué a necesitar.

La tarde que conocí a Bruma entramos en el local del Josemi a buscar champú para el pelo y, de ser posible, verdura del día. Nada más entrar, el Josemi se levantó de su silla y, tras la polvorienta barra, nos dedicó su mejor sonrisa.

-Buenas tardes doña Inés- dijo con su tono de voz cansado y alegre a la vez – ¿Champú y galletas verdad?
-Y verdura- añadió mi madre.
-Poca cosa tengo... pero veré que puedo ofrecerle- replicó el Josemi, dándose la vuelta y saliendo a la trastienda a por los productos.
Mientras esperaba, me acerqué a los estantes de juguetes y ví algo que me llamó mucho la atención. Era una caja azul y blanca, llena de símbolos negros. Mi curiosidad por su contenido era tal que alargué la mano para cogerla, aun sabiendo que el Josemi era un maniático en cuanto al tocamiento del material de venta.
Me sorprendió lo poco que pesaba, ya que el tamaño de la caja era considerable. Introduje los dedos por los bordes de la tapa y la abrí. Dentro, había un lo que a mí me pareció un pequeño dado azul (...)

jueves, 21 de febrero de 2013

Graficazos y demas polladas.

El gran debate de hoy en día no tiene un dueño concreto. Podemos hablar de PP-PSOE, Madrid-Barsa, Apple-Microsoft, Israel-Palestina, Ateo-Creyente... sin duda alguna, todos temas espinosos que sacan lo peor de uno. La exaltación nos pone en modo pojarcor y nos impide hablar de forma respetuosa, calmada y objetiva. Supongo que sera la razón de nuestro gran facaso como seres humanos, que a la hora de rivalidades éticas no somos capaces de dar nuestro brazo a torcer.

Por eso, hoy me enfundo el traje de superhéroe y vengo al rescate de todos aquellos que consideramos que un PC y una Videoconsola tienen la misma utilidad si los usamos de forma concreta. Es el único tema de los mencionados (sin contar la política, que me la pela bastante) en el que puedo ser completamente neutral.

A ver, es obvio que de partida un buen ordenador gana de calle a una consola. Multifuncional, piezas intercambiables y renovables, con acceso a pornografía de gran calidad y cantidad. Sirve hoy en día para todo, desde encontrar una guía de como limarse las uñas de los pies con velocidad y eficiencia a programar un filtro de búsqueda avanzada en las redes de la Deep Web. Y con la "moda" de los portátiles, te lo puedes llevar al baño para ojear el catálogo de Ikea mientras plantas un pino o le haces el amor a tu señora en el bidé (¿Se dice así? ¿Bidé? ¿O bidet? Que incultura, pardiez).

Pero no nos confundamos. Cualquiera de esas cosas soy capaz de hacerlas desde el Toshiba mugriento que tengo abandonado en alguna esquina de mi batcueva. Si tenemos en cuenta solo la capacidad funcional, gráfica y jugable de un PC, la cosa cambia.

Para empezar, debes de tener un pepino. No, no es una cochinada, malpensados de los cojones. Me refiero a que tu ordenata debe de tener un mínimo de componentes para rular todos los juegos al máximo de FPS (imágenes por segundo) y gráficos. Y que quereis que os diga, estas cosas no son baratas. Es obvio que si tienes un Acer i3 con una VGA HD Graphics que costó 300 euros con monitor incluido en las rebajas de El corte inglés, en el preciso momento que abras el buscaminas el cacharro te va a petar y te va a incendiar la casa. Pero claro, si ya hablamos de un bicharraco con componentes pillados de distintas zonas, con un i7 extreme edition y una RAM de 16 gigas, con una Geforce GTX 690 y un ventilador del tamaño del museo Reina Sofía acoplado a la memoria externa, pues si quereis salid a la calle y criticad las texturas de la vida real.

Ahí es donde entra el conflicto principal. El PRECIO. Los componentes reales y necesarios para sacarte el ordenador de tus sueños pasan los 2.000 lereles. Tan solo la gráfica ya mencionada te cuesta 1.000, a si que imaginaos la potencia que debe de tener. Despues la gente se masturba copiosamente con vídeos en lloutuve de gameplays en ordenadores de altísimo rendimiento. Claro, no te jode... si yo pudiese permitirme semejante pepino la Play se iba por la ventana.

Pero si dejamos atrás el precio, el ordenador es mucho más potente. Ojo, que solo estamos hablando de gráficos. Y, sinceramente, amigos clasiqueros y chapados a la antigua como yo... ¿Quien no echa de menos un buen Ocarina Of Time (tranquilos, que este y Majora's Mask tienen reservada una entrada entera en el blog para otro día) o un buen FFVII?

No busquemos donde no hay señores. Que Skyrim, Uncharted, Killzone y demás juegazos sean buenísimos y tengan unos gráficos alucinantes no significa que se acerquen ni muchísimo menos ni a la mitad de los clásicos. Solo dos juegos de la 3ª generación se han colado en mi top 10, y esos son Fallout 3 y Bioshock.

Ahora que hemos aclarado que unos buenos gráficos no son un argumento de peso, al menos en mi caso, pasemos a lo bueno de las consolas. Las tienes en tu salón, puedes jugar con los colegas con varios mandos (¿quien no se ha echado un Fifa o un Smash Bros repantingado con los amigos?), no necesitan estar constantemente renovando componentes, son funcionales en un sentido único, son más baratas y tienen multitud de juegos exclusivos. Ah, y tienes la seguridad de que todos los juegos te van a funcionar. ¿Que más se puede desear?

Pues alguna cosilla tienen mala, joder. Múltiples bugs en algunos juegos, que en el ordenador se solucionan en un segundo, pueden tardar meses en parchearse con las actualizaciones que te suministra la compañía consolera de turno. Los shooters son más incómodos con el mando que con el clásico teclado-ratón que los noventeros usábamos para esas interminables tardes en el cíber jugando al Counter y al Half-life. Es casi imposible encontrar buenos juegos de estrategia al más puro estilo Age Of Empires, o RPGs como Diablo.

Por eso rompo una lanza a favor de ambas plataformas. A quien más le guste cada cosa, que se la compre, pero que no de por saco a los que usamos las dos, joder... ¿tanta manía de adoctrinar teneis, talibanes?

Para acabar, pongo mi top 10. Esto lo hago porque me sale un poco del cipote, la verdad.

1- Majora's Mask
2- Ocarina Of Time
3- PES 6 (esta aquí porque es el juego que más horas me ha hecho perder de mi vida)
4- Diablo II
5- FFIX
6- Shadow Of The Colossus
7- Super Smash Bros (por lo mismo que el PES, pero menos horas)
8- Bioshock
9- Chrono Trigger
10- Fallout 3


Que os jodan. XXX

miércoles, 20 de febrero de 2013

We love the Bas-ket-ball



Si se ve el vídeo, es que lo he incrustado bien desde LLOUTUVE.

Bueno, supongo que es obvio que hoy no voy a hablar de televisión. El planning de la primera entrada es solo una triste referencia hacia mi persona, y no pienso seguirlo al pie de la letra. Si, lo sé, soy un mentiroso y un hijoputa sin sentimientos ni corazón. Las únicas soluciones que veo para ello es que me mateis o dejeis de leerme. Por favor, matadme, os lo suplico.

En fin, hoy creo que me toca acercarme al deporte. El baloncesto, en concreto.

Muchos (realmente nadie) os preguntareis si juego al baloncesto. No. Es más, debería de ser ilegal que alguien como yo se acercase a menos de 20 metros de una canasta. No hay deporte que me guste más ver y que menos sepa jugar. Si bien mi ortopedia no es tan grave a la hora de botar y de hacer las pijaditas, lo de meter el balón en la canasta es algo que mi percepción atlética no alcanza a comprender. Llego al aro, sí, pero ni con esas puedo meter una bandeja. Lo peor de todo es que cuando creo que nadie me ve me empiezo a motivar y me creo Jordan. Me pongo a hacer unos fade-aways que avergonzarían al propio Dueñas(ñas) y creo que si hiciese más pasos me saldría de la cancha.

Pero lo que es saber de baloncesto, sé. Más de la NBA que de las ligas europeas, por supuesto. Y eso que me suele gustar más el movimiento de zonas que el clásico "pick n' roll, me meto a canasta y me la juego" que tanto vemos en la liga estadounidense (y canadiense, ojo. Un día voy a abrir una entrada sobre este magnífico "pais").

La semana pasada fue el Allstar Weekend, el evento deportivo más espectacular del planeta. Para quien no lo sepa, son 3 días de partidos entre jugadores del más alto nivel, concursos de habilidades y perritos calientes maxi a la mitad de precio. El primer día presenta el partido de jugadores de primer año (conocidos como rookies) contra jugadores de segundo año (conocidos como jugadores de segundo año). Las palizas que se llevaban los rookies eran tales que este año han cambiado las reglas y algunos de los jugadores de segundo año han pasado al combinado de estos. Nuestra única representación española, el base de los Timberwolves Ricky Rubio, anotó 5 puntos y repartió 10 asistencias.

El segundo día contiene todo tipo de pruebas de habilidad, pero las más conocidas son el concurso de triples y el concurso de mates. A ver, es cierto que "Dios" Irving tuvo bastante suerte en los triples, para que nos vamos a engañar. Tampoco es normal que un chavalote que está en su segunda temporada consiga vencer en su terreno a genios de la línea de 7.24 como Novak o Bonner. Pero es que empieza a asustarme el colega, y mucho. No hay más que ver como les rompe la cintura a unos y a otros en cada partido que juega con los Cavs. Sin duda, MVP dentro de dos añitos.

Lo que no me sorprendió fue ver a Ross volar en el concurso de mates. Pedazo de windmill se marcó el cabroncete bajo las piernas, y encima de vacile, saltando a un criajo. Pero el mate curioso y estrafalario de la noche se lo marcó el otro finalista, Jeremy Evans, cuando saltó por encima de un lienzo tapado. Al destaparlo tras el mate sale esto:


Ole sus cojones. Y resulta que lo había dibujado él. Tiene mano el monstruo Evans. Y no solo para hundirla... una lástima que no ganase, los Jazz necesitan cualquier alegría que se les pueda dar, aunque sea de un modo individualista y populista.

En fin, que me encanta el baloncesto. Una pena el no saber jugarlo, pero yo soy más de fútbol. Una lástima que nuestro equipo sea lamentable. Jaime, delantero de 3,10 metros de altura (o eso me parece siempre) me diría que la copa es nuestra... y yo le digo que mejor nos vayamos al bar, que en cuestiones de apoyar codo no nos gana ni el propio Metta World Peace.

Nos vemos. XXX

PD: Ya sé que mi nombre aparece en el blog, que todo Cristo sabe que soy Kike el Sediento. Lo de las equis lo hago de jugar, por hacer la gracia tonta. Anormal, gilipollas, cazurro (si usted ya lo sabía, sáltese este punto).

martes, 19 de febrero de 2013

Lo que se esconde tras tu best-seller.

Generalmente suelo comenzar una crítica literaria con una posición estándar: brazo derecho pegado al costado, con el puño cerrado y los nudillos blancos. El brazo izquierdo alzado con el codo flexionado en un perfecto ángulo de 90º, con la mano extendida cual portador de orbe mágico en pleno estado de excitación. La vena de mi frente, casi siempre invisible excepto para ojos expertos, se alza majestuosa y amenaza con estallar y derramar sobre mis ojos, cargados de ira, sangre marrón-grisacea con finas capas de verde botella. Mis piernas se arquean y dan la sensación de arraigarse en el suelo para dejarme haciendo la fotosíntesis.

Esta posición se conoce con el término Pojarcor, y como todo en esta vida tiene su explicación. Por supuesto, me la reservo para otro momento, ya que todos los que leeis este blog es porque me conoceis y quereis cachondearos de mi persona por emprender algo. Que cabrones sois.

El Pojarcor, aunque parezca que no, es una postura útil. Demuestra indignación, desenvoltura, agresividad y pasión, lo que demuestra que es polivalente. Vale para cualquier situación cotidiana, como pedir un aumento, sacar al perro a pasear y encontrarte con la vecina del 2º y sus hermosos atributos (las tetas, me refiero a las tetas), dar un discurso sobre la situación global de los congelados La Sirena... se puede decir que es el culmen de la estética del hombre elegante.

Pues ahora mismo me encuentro en Pojarcor puro, pues debo de ir a trabajar y no me apetece una mierda. Y también me encuentro en Pojarcor porque he visto el All-star y me ha parecido un partido flojillo . Y también me encuentro en Pojarcor porque me acabo de terminar el 6º libro de la saga "La rueda del tiempo", de Robert Jordan, y cada vez me cabrea más su forma de escribir, lo jodidamente feminazi que es el mundo que ha creado (no hay una sola tía que no tenga mala leche y que no sea la que dirija el cotarro, macho) y lo larguísimas que se me están empezando a hacer sus novelas. Aun me quedan diez, o más... a si que voy a tener que echarle huevos a la sartén y zampármelos, porque si hay algo en mí que se puede calificar de admirable es que soy capaz de leerme cualquier cosa mientras esté en mi idioma.

Entonces, poniendo de base que estoy en pleno estado de indignación, mis inquietudes se abarcan hoy por los senderos del comunmente denominado ladrillo. Esto se transcribe como libro pesado, obscenamente jodido de leer pero con la virtud y la desgracia de engancharte de principio a fin. El primer ejemplo que se me podría pasar por la cabeza es "Un mundo sin fin", de Ken Follet, autor mundialmente reconocido por sus tochos de dimensiones bíblicas capaz de hilvanar 467,5 personajes por página y quedarse tan pancho. El tío sabe que es bueno en lo suyo y en eso no le vamos a quitar la razón, porque cada página es un misterio: no sabes si te va a aburrir soberanamente o a darle un giro a la trama que te sumerge de nuevo en la lectura.

De vez en cuando asociamos un ladrillo con un libro grande, de dimensiones que lo acercan peligrosamente a un arma letal y destinada a los estantes bajos por miedo a que te caiga en la cabeza y logre lo que no ha conseguido la television durante toda la vida: dejarte gilipollas del todo. Pues eso no es correcto, amigos míos. Un tochazo puede parecer complicado, pero pongo como el mejor ejemplo la maravillosa novela de Patrick Rothfuss, "El temor de un hombre sabio" (la continuación inmediata de "El nombre del viento"), que engancha de principio a fin en sus más de 1.000 páginas de duración. Un ladrillo, en mi opinión, no depende de su duración, sino de su contenido. Fijaos si no en "La Mano de Dios", o en "El prisma negro"...

A continuación, pasaré a nombrar los ladrillos más recomendables. Espero que os sea útil esta lista, pues con ella no pretendo daros dolor de cabeza, sino ilustraros sobre novelas que, a pesar de su pesadez a la hora de leerlas, estan, parafraseando a Chespir, "de putisima madre":


- Un mundo sin fin (culebron histórico)



 - La Villa (rayada argentina)


- La chica mecánica (explícito y complicadísimo)



- Saga de Canción de hielo y fuego (NO SAGA "JUEGO DE TRONOS". "JUEGO DE TRONOS" ES EL PRIMER LIBRO Y EL NOMBRE DE LA SERIE. COÑO.)



Pues estos son los ladrillos de los que me apetecía sacar una imagen para que esto quedase más bonito. Aunque hay muchos más que me gustaría recomendaros, me los reservo para un futuro volumen II.

Venga, hasta luego. XXX

domingo, 17 de febrero de 2013

Noches, noches, noches.

Los domingos son los días más jodidos de la semana. Esto se debe obviamente a que, para muchos, se considera el día antes de volver a la rutina. Nos evadimos los viernes, quemamos el cuerpo el sábado, nos deprimimos el día del Señor. Pero teniendo en cuenta que hoy me he levantado hace apenas dos horas con una resaca considerable y con un mal cuerpo que te cagas no puedo evitar hacer una defensa en zona de lo que significa para mí este día tan señalado y odiado.

Es cierto, no nos gusta madrugar. Pero tampoco nos gusta levantarnos tarde, o al menos, no demasiado tarde. Da la impresión de que se pierde el día, de que los pocos minutos que nos quedan de libertad condicional se acaban y empiezan a pasar a una velocidad vertiginosa. Mañana volvemos al trabajo/universidad/guardería y eso quema mucho.

Aun así, romperé una lanza a favor de MIS Domingos: Me levanto, me tomo un cola-cao bien frío que disipa mi malestar y me encuentro pensando en que he hecho durante la semana y en que estado se encuentra mi carrera social, cultural y profesional. Hago balance, y siempre acabo con una sonrisa en la cara y una canción en el corazón (asciéndalo).

Hoy, sin ir más lejos, he tenido una revelación de los hechos acaecidos ayer. El conde de la Tablas, alias Yorya, lo llamaría momento Allbran mientras su pintoresco rostro esbozaría una sonrisa de satisfacción y deseo sexual. En varias ocasiones me he visto en situaciones más subrealistas que esta, pero ayer este personaje y yo, seguidos por la Arpía, creamos el que a partir de ahora se denominará efecto PASTOREO (patente en trámite).

Un grupo de hermosas jovencitas, capitaneadas por la que llamaremos Líder (por líder) nos intentaron convencer para entrar en un local extraño y con pinta sumamente siniestra. Obviamente, nosotros nos intentamos negar, hasta el punto de finalmente conseguirlo. Les preguntamos, si por ventura, aquestas bellas jovenzuelas eran parte de un meticuloso sistema de márketing piramidal por el que nosotros entrábamos, pagábamos y ellas hacían la bomba de humo (literalmente hablando). Pero no, resultaba que las chavalas en cuestión no eran ni relaciones, ni camareras, ni nada.

Eso me hizo pensar seriamente. En primer lugar, temí por mis riñones. No es normal que un grupo de diez chicas aborde a tres tíos medio tajas por la calle sin tener, como mínimo, unas intenciones un tanto siniestras. Ese local como mínimo tendría una habitación del dolor en la que las fans de 50 sombras de Gay usaban su pervesa imaginación para hacer de la noche un momento memorable en sus/nuestras/vuestras vidas.
En segundo lugar, ya me planteé la treta de la avestruz. Pegas un picotazo, y la cabeza al suelo. No tiene ningún sentido, pero por lo visto nos funcionó, porque logramos que susodichas mozas nos hiciesen compañía mientras pensábamos que hacer. Y, contra todo pronóstico, nos mantuvimos firmes. El señor Yorya convenció a Líder de movilizar al rebaño hacia un local en la que nuestros órganos no estuviesen en serio peligro. Y lo logró, no sin antes despedirse de manera presurosa y sudorosa y dejarnos a la Arpía y a mí con el papelón de conducir a las chicas al sitio de marras (de cuyo nombre no me acuerdo, por cierto).

De ahí surgió el célebre PASTOREO. Bajamos huertas, con nuestros cayados, y el grupo de niñas nos siguió fielmente pero con muchas reticencias. "Entremos aquí" dijo una. "Esta muy lejos, vámonos a otro lado" dijo otra. "Que coño hacemos siguiendo a este par de imbéciles" pensaron todas. La verdad es que no fuimos lo que se dice demasiado simpáticos, ni pacientes, ni nada en absoluto.

En fin, que llegamos al sitio y nos metimos dentro. Un copazo, unos bailes y pa casa. Una anécdota más en una noche de mierda que se tornó bastante interesante, aunque sólo fuese por el escaso nivel de alcohol en sangre que llevaba y porque encontramos sitio en la infame Risueña, el local más lleno y con más mujeres atractivas/metro cuadrado de Madrid.

Con esto acabo. XXX

viernes, 15 de febrero de 2013

Good...¿fellas?

Es bien sabido por todos que el cine de hoy en día ha perdido en calidad. Esto se puede deber a varios motivos, pero yo me inclino más por los dos más importantes:

-La digitalización.
-La escasa originalidad.

Claro, como si fuera fácil sacar una idea de la nada, crear un guión original sin que te acusen de plagios, rodarlo en los siglos que corren en 35 mm. en vez de usar tecnología punta y tener un acabado de imagen deslumbrante. Como si fuera fácil, despues de más de 100 años de cine, en los que se ha explotado hasta el último de los géneros habidos y por haber.

Pues a eso me refiero precisamente. El cine agoniza y no hay Dios que pueda desfibrilarlo

Lo se, suena hipócrita y demagogo, pero no deja de ser verdad. Películas como "El Padrino", "Ben-Hur" o "Toro Salvaje" no se van a volver a ver nunca más. Es un hecho. De la misma manera que la experiencia visual que nos ofrece la mediocre "Avatar" no sería posible sin todos estos avances que se han ido adaptando al cine de manera generacional.

Yo no soy un gafapasta, voy a dejarlo bien claro. 3 horas de taliandeses comiendo fideos en blanco y negro me producen repulsión, pero de la misma manera me horrorizan bodrios oscarizados este año. Que una puta comedia romantica de a peseta como "El lado bueno de las cosas" esté nominada a nada más y nada menos que 8 Oscars y que el pobre Ben Affleck no tenga su nominación a mejor director por "Argo" es algo que no me explico.
Se que la Academia está corrupta hasta la médula y que hoy en día ganar un Oscar es pagar por él, pero no deja de ser indignante que los premios más prestigiosos del cine internacional se vean corrompidos por los votos de caridad y el postureo generacional. Que De Niro ya tiene 2 estatuillas, coño, dejadle retirarse en paz...

Y, por supuesto, no voy a negar que hay auténticas maravillas escondidas entre tanta basura. A directores como Nolan o Fincher deberían de hacerles un jodido monumento tan grande como el de Lincoln solo por ser capaces de dirigir con tanta maestría y quedarse tan panchos al no recibir ni un solo galardón. Como digo, el reconocimiento es solo para los que la chupan. Y la verdad es que la deben de chupar bien.

En fin, que hoy no quiero hablar de la decadencia de Hollywood. Hoy quiero hablar de el Big Three de Martin Scorsese. Este bestial director es uno de los mejores productos de la historia del cine y sin duda tiene a sus espaldas la mejor filmografía que existe. Puede que algunos discrepen, por supuesto, pero de todas ellas solo me falla "Kundun" y "El aviador", y ambas tuvieron un éxito considerable.

Generalmente, se le reconoce por la violencia y la cantidad de imágenes explícitas que salen en sus obras, y por usar actores "talisman". En la actualidad ha resucitado al inigualable Di Caprio. En su día, dio a conocer a De Niro. Como le gusta al cabronazo la descendencia italo-americana...

Para empezar con su trío demoledor:






Goodfellas (1990) . "Uno de los nuestros" en España. Trata sobre como un chaval de descendencia irlandesa se abre paso en la mafia italiana del East New York. No voy a spoilear por si algun capullo aun no la ha visto. Corre capullo. A que esperas.

Continuamos con:



The Departed (2006). "Infiltrados" en España. Un policía recién graduado se infiltra en la mafia irlandesa que aterroriza Boston. Lo que no sabe es que, a su vez, la mafia tiene a uno de los suyos metido en la Unidad de Investigaciones. Sin duda, una adaptación brillante de "Infernal Affairs" con un elenco espectacular. Los giros de la trama te dejan agilipollado durante toda la película. Una maravilla.

 Por último... mira, por último no. Lo voy a dejar aquí. ¿Razones? Es mi PUTO blog.

...

No, en serio, lo dejo aquí porque si no pongo "Taxi Driver", mi colega Guillermo Rego Peris  me mete de hostias; si no pongo "Raging Bull", críticos de cine internacionales vendrán a mi casa a partirme las piernas; si no pongo "Casino", tendré que clavarme un machete en el pecho por traicionarme a mi mismo. Que sí, que Joe Pesci hace el mismo papel en esta que en "Goodfellas". Tal vez por eso me gusta tanto.

Con amor. XXX


Historias del yermo.

Metafóricamente, el yermo es mi imaginación. Me paso todo el puñetero día creando proyectos, historias, objetivos. Ideas por todos lados se agolpan en mi cabeza y, al finalizar el día, cuando me encuentro en el sofá de mi casa con una mano en el mando de la Play y la otra en los huevos pienso: "Mañana me pongo, de mañana no pasa". Y al día siguiente se repite la misma historia.

A ver, dejemos clara una cosa. Yo no es que sea el tío más emprendedor del mundo. Ideas, como ya digo, me sobran, pero mi problema es que quiero abarcarlo todo y jamás me tomo en serio nada. Fijaos, como ejemplo diré que me compré hace unos 7 años o así un bajo eléctrico. Toca un instrumento, decían. Será divertido, decían. Pues bien, hasta que llegó mi colega Guillermo (alias la apía) a reclutarme para su grupo ni si quiera había estado más de media hora con él en las manos.

Eso es normal, direis. La motivación llega cuando tienes un objetivo claro, direis. Claro, motivación por motivación ayuda, pero joder, no puedo estar toda la puñetera vida dependiendo de los impulsos del día a día.

Para empezar, diré que pocas cosas que empiezo las termino. Un libro, un videojuego, un partido de fútbol y una borrachera. Cuatro cosas básicas para ser feliz. Si a eso le complementamos un nuevo disco de Gallows o una nueva película de Scorsese me puedo pasar horas y horas y días y meses sin dedicarme a otra cosa.

Por esa razón, estoy dejando de escribir. Y eso me jode una barbaridad, sobretodo teniendo en cuenta que tengo a bastantes personas detrás de mí insistiendo en que lo haga. Este blog es una forma de automotivarme, aunque sólo sea por puro postureo. Acabo de escribir en Facebook: Razones por las que no me hago un blog. Y la única que me ha salido es pereza.

A si que siguiendo la línea de Kikefilms y de su notable fracaso, me dispongo a criticar, destrozar, amargar, escupir y despotricar sobre todo lo que se me pase por la cabeza. Hoy es Viernes, creo. Sí, lo es. Pues hoy, por ejemplo, toca hablar de cine. ¿Por qué? Pues porque el Viernes hay estrenos. No, no es que vaya a ir al cine a ver alguna película de la lamentabla (que se note la multiculturalidad catalana) cartelera actual (aunque he de decir que quiero ver Mamá, de Guillermo del Toro). En realidad es una excusa para hablar de ello y yo soy jodidamente monotema. A veces.


Entonces, la cosa queda tal que así:

-Lunes: Literatura. Depende de mi estado de ánimo, comentaré algo que me esté leyendo (ojo, yo SIEMPRE estoy leyendo algo. Y cuando digo SIEMPRE es SIEMPRE) o me liaré a hostias con cualquier libro pedorro y grotesco del rollo "El símbolo perdido" o haré un crítica constructiva y con spoilers bien marcados de algún libro ya leido anteriormente. Puede que incluso comente algo de lo que esté escribiendo u os ponga al día del panorama literario internacional.

-Martes: Televisión. Aquí van las series, programas y documentales que pululan por la caja tonta. Yo la verdad es que la tengo de adorno, pero como Series.ly es una jodida maravilla y la censura en la hinternete aun no ha llegado, pues me pongo al día con los asuntos cotidianos.

-Miércoles: Deportes. Dejemos clara una cosa: yo no soy ni madridista (mentira) ni culé (verdad). Seré todo lo neutral que sea posible, aunque no solo no prometo nada, sino que encima me cabrearé de forma constante. Por esa razón, casi que prefiero dejar el tema del Fúpbol (joder, ya empiezo) y charlar sobre el curling, el bádminton y la petanca invertida. Y la NBA. Mucha NBA. Me encanta la NBA.

-Jueves: Videojuegos. Pues eso, juegos varios de PC, PS3 y demás plataformas que, aunque no las uso, me las doy de entendido.

-Viernes: Hinternet. Este tema da para mucho. Desde la fiebre youtuber hasta los asuntos de la Deep Web y las conspiranoyas del Onionchan. Quiero dejar claro que soy MUY friki, a si que trataré de no extenderme con los tecnicismos y las gilipolleces varias.

-Sábado: Bonus. Me reservo este día para tocarme los huevos o escribir cualquier cosa random. Política, teología, sociedad, música... temas espinosos y polémicos, por supuesto.

-Domingo: Reflexión. Y con esto pretendo hacer un resumen de la semana, de las anécdotas que me hayan ocurrido durante la misma y de los melones de la panadera de enfrente. Supongo que habrá fotos, documentos gráficos.

Ah, y sexo. Claro, coño ¿Como no iba a reservarme un día para el sexo?


Sinceramente vuestro. XXX