martes, 21 de mayo de 2013

Resolviendo el teorema (5): Catarsis Isométrica.





Lo primero que sentí cuando terminé el horrible trayecto por el desagüe de mi propio fregadero fue hambre. Despues de todo, había llevado la compra y ni siquiera me había dado tiempo a preparar la comida. Bueno, no es que me hubiese faltado tiempo, la verdad, pero es que una vez me siento en mi sofá pierdo como mínimo unas dos o tres horas de mi vida por ley autoimpuesta. Es cómo cuando vas a cagar y te encuentras bajo la mesilla que está al lado del váter una revista de interiorismo. Pues la hojeas y te quedas con el culo pegado a la bacinilla durante media hora más, aunque corras el riesgo de que se te metan lombrices por el ano o el famoso cocodrilo de las tuberías te enganche por banda y te meta un meneo de tres pares de cojones.

Juro por Buda que lo del cocodrilo es cierto. A mí casi me pilla el muy cabrón. Una noche de juerga me había bebido hasta el agua de los floreros y volvía a casa con una cogorza de espanto. Lo peor es que llevaba a mi amigo Fresa colgado del brazo y no había manera de despegármelo de encima. El colega mide medio metro de altura (literalmente) y trabaja de culturista en un centro de relax. Por lo visto posa mientras los que reciben masajes con chocolate, mantequilla y esas mierdas modernas le observan y le tiran cacahuetes y/o boniatos (estos últimos por lo visto cuestan un plus en la tarifa) para que baile la polca rusa y palmee al ritmo de Mambo Number 5. Lo que más me jode es que después se lleva a las más atractivas señoritas a su habitación privada y se las cepilla de maneras muy poco ortodoxas para presumir después de ello. Un día de cañas me estuvo comentando todas las posiciones que había hecho con la señora Buttermayer, una antigua contorsionista del Cirque du Soleil que tendría por lo menos unos 70 años pero que palabras textuales suyas, lo mismo le daba la almeja que la oreja. Ni que decir tiene que las arcadas que me dan de recordarlo son curiosas.
El caso es que iba con fresa colgado brazo y tambaleándome cual irlandés por la calle tras una noche de copas y sexo baratos. Nos íbamos inclinando a la derecha y hacia la izquierda de manera aleatoria hasta que finalmente ocurrió lo más previsible: caimos por una alcantarilla abierta que algún joven y desaprensivo vándalo había destapado con una palanca/tope/dedo de hierro.

Chocamos contra el suelo y rodamos cuesta abajo rebozándonos de mierda hasta en el flequillo y nos paramos al llegar al típico hueco que tienen todos los sistemas de alcantarillado de las ciudades estadounidenses. Un gran pasadizo oscuro, irregular, húmedo y maloliente. De la leche que nos habíamos dado estábamos ya medio despiertos, a si que empezamos a caminar hacia delante tropezando de vez en cuando con unos hierros que sobresalían del suelo. Fresa se quejaba cada medio minuto y me exigía que le llevase a caballito para otear el horizonte en busca de alguna luz que nos indicase la salida. Para callarle le dí un Sugus (marca registrada) que tenía pegado al gayumbo y que de forma casual encontré durante mi inspección y rascada de huevos diaria. Se lo comió sin rechistar. No compartió, claro. Aun le guardo rencor por ello.
Estábamos cada vez más perdidos y más desorientados cuando de repente vimos un par de ojos amarillos y redondos brillar en la oscuridad, y un ruido grave y aterrador que nos puso la piel de gallina. Algo se acercaba, algo grande y pavoroso.
Salimos corriendo como alma que lleva al diablo, empujándonos entre nosotros para ver si el otro se caía y el bicho se lo comía dejándonos más tiempo para escapar. El cabroncete de Fresa, que por muy enano que sea corre que se las pela, mantenía mi ritmo y sus poderosos y rocosos brazos me golpeaban de vez en cuando en mis partes blandas haciendo que me encogiese y que mi aspecto al correr fuese el de una embarazada con parto prematuro. Sí seguía aguantando sin caer la verdad es que sólo era por puro cague. La adrenalina es lo que tiene, supongo.

El caso es que al fin vimos un resplandor cuando la bestia nos pisaba los talones. Aceleramos el ritmo, sin atrevernos a mirar atrás, y llegamos a la fuente de luz que nos aguardaba. Había dos grandes montículos a los lados del túnel, que se abría mostrando una gran estancia. Agarré del cinturón a Fresa y lo lancé encima de uno de ellos. Yo me dí un impulso con las manos y me puse a salvo justo en el momento en el que el monstruo pasaba a mi lado. Me alejé pegando grititos y moviendo las piernas de forma bastante poco viril hasta chocar contra la pared que estaba más alejada del hueco. Y escuché risas.

Resulta que no era una alcantarilla. Nos habíamos caido por una boca de metro, concretamente la boca de metro de Alonso Martínez. Habíamos rodado por las escaleras mecánicas mientras el guardia de seguridad nos perseguía al pensar que estábamos fingiendo enagenación mental para colarnos. Nos metimos en el túnel sin darnos cuenta y allí fue donde vimos a la bestia, que no era otra cosa que el tren del metro. Entre risas, le conté al policía nacional que nos esperaba fuera que nuestro episodio me recordaba mucho a una película del tío gabacho de Gotzilla, ese de la cara rara. Me llevé un porrazo en la cabeza y me esposaron. Fresa se salvó porque con el impulso que le había dado para saltar al andén había caido de cabeza en la papelera y la gente le confundía con una muñeca de Famosa de esas. Estaba inconsciente y sangraba, pero supongo que parecía ketchup.

Me llevaron a comisaría, me hicieron un test de drogas y resulta que dí positivo en MDMA, LSD, éter, marihuana, ketamina, metadona, crack, heroína, sales de baño, dixiprofikiladiosenifrina y azúcar glasé. Con razón me sentía un poco mareado. Me prohibieron el acceso al metro de Madrid durante 30 años y ahora tengo que ir en mi coche a todos lados. Lo malo es que mi coche es de esos que si sacas la mano por la ventanilla, gira, así que muy fiable no es. Cuando lo cojo es como jugar al GTA.

El caso, que me estoy yendo un poco por las ramas, cuando me estaban haciendo el tercer grado para ver si era un terrorista finlandés (hay un tal Bjor Vranjerkar que se parece mucho a mí) y justo antes de hacerme el tacto rectal correspondiente, pedí ir al baño a hacer un pis. Me lo concedieron y mientras me sacaba a Al Capone de los pantalones el agua del retrete se removió de manera sospechosa, y sin previo aviso un caimán de tamaño mediano apareció por el desagüe y trató de morderme la pilila. Joder, que berrido pegué. Debió de parecer que una burra estaba pariendo. Salí del baño con la picha al aire y tropezándome con los pantalones y me arrojé contra el primer madero que ví, resultó ser una hermosa joven, para contarle lo sucedido. Nadie me creyó, claro, y encima me tacharon de acosador sexual. Más cargos en mi expediente. A este paso me acabaré reuniendo con mi abuelita en la cárcel antes de los 28, que es cuando tengo yo puesto casi todo mi dinero en la apuesta.

Bueno, pues eso, que tenía hambre. Tenía los brazos tan pegados a los costados que no podía sacar los fitillos y el mono me empezaba a pasar factura. Es que claro, llevaba ya unas cuatro horas deslizándome y ya empezaba a estar hasta las narices.

Claro, que hubiese preferido que aquello durase todo el tiempo del mundo, pues al acabar el tunel salí disparado del tunel cual hombre bala y me pegué la gran hostia contra una pared. Creo que perdí la consciencia durante un rato.

Al abrir los ojos, observé que me encontraba en una estancia muy parecida a la que salía en la de Jarri Poter, la cámara secreta esa. A ver si todo esto iba a ser una especie de guiño a la novela y me iba a aparecer una serpiente de 14 metros con ganas de comer... ya nada me sorprendería, os lo aseguro.
Afortunadamente no recordaba que en el libro hubiese un puesto de información al principio del túnel (y a parte yo me había dejado la varita mágica en mi cuarto con Timmy) así que me dirigí a él con gran dolor de cabeza. Una vivaracha señorita me esperaba al otro lado de la ventanilla.

- Hola, buenas... ¿Sabría usted decirme dónde estoy? Y antes de nada... ¿No tendra una aspirina? - Le pregunté apoyándome en el mostrador.
- Buenas tardes, señor Sediento, le esperábamos. Aquí tiene su pastilla y aquí su palmada en el trasero - Respondío ella dándome un azote en el culo y riéndose de manera caballuna.

Estaba tan mareado que ni le dí importancia. Me tragué la pastilla y la chica me pasó un vaso de agua.

- ¡No se la beba toda! - Me interrumpió saltando el mostrador y arrancándome el vaso de la mano - ¡Mientras esté aquí, siga las instrucciones! - Me volvió a dar un cachete, esta vez en la cara. Y se volvió a reir.

"Esta tía está pirada" pensé. Miré el vaso de nuevo y ví que tenía una etiqueta pegada. "BASO PA LAS GARGARAS Y LOS EJPUTOS", se podía leer. Me encogí de hombros e hice lo que me indicaba.

La joven se puso muy tiesa, muy seria y muy formal, y me estrechó la mano.

- Ahora sí nos entendemos Sediento - Me dijo. Su voz de pito se había transformado y ya no daba dolor de cabeza - Mi nombre es Tequilas, seré tu guía hacia el interior de la Cámara de los Tópicos.

Que la chica pasase a tutearme me dió una clara idea de lo que tenía que hacer. Seguir las reglas. Me limité a inclinar la cabeza y con un gesto, le indiqué que fuera ella primero. Y nos dirigimos hacia el interior, en busca de respuestas, y quizás de más preguntas.










































Mientras tanto, en casa de Sediento...


- ¡RRRREVOLOTEOS, UN PAAASO AL FRRRRRENTE! - Berreó Pringles salpicando saliva con su acento alemán forzado y poco convincente.
- ¡Quieres dejar de hacer el gilipollas y pensar, chepudo! - Le gritó a su vez Revoloteos desde su posición al otro lado del sofá, que se había convertido en una barricada.
- Necesitamos un plan señores - Dijo Multiusos desde su posición en la mesilla del té - Cruasán tiene cada vez más reclutas y están a punto de invadirnos. Y yo no tengo nada nuevo que ponerme - Una lágrima se deslizó por su mejilla.
- Estamos jodidos, ya os lo dije. Teníamos que haber destruido su fuerte antes de que le diese otro ataque de enagenación - Se lamentó Revoloteos.
- ¡Tú lo que querías es ir a Zara Home a comprar tapetes para la mesa - Respondió Pringles - Yo propuse llevarlo a su casa y dejar que otros se encargasen del asunto.
- Tú siempre tienes que tener la razón en todo...
- Tú siempre tienes que tener la razón en todo lo que se refiere a tapetes... y yo los quería color fucsia...
- Y tú...
- Y tú...

Multiusos se alejó del sofá mientras los otros dos discutían y miró por la ventana. Su capacidad de volar se había desvanecido y no podía escapar de la casa sin pasar por Cruasán. Entonces le capturarían y sería el fin. Para ser el hombre que todo lo sabía, se sentía como un imbécil.

- Necesitamos ayuda... necesitamos un héroe... - Se lamentó - ¡Que hacemos ahora! ¡Estamos perdidos!
- ¿Alguien ha dicho... un héroe? - Dijo una voz a sus espaldas. Revoloteos y Pringles dejaron de discutir y miraron al pasillo, de donde había salido la voz. Cuatro siluetas recortaban la luz y se alzaban imponentes.

- ¡Gruñón! - Dijo la primera, poniéndose en posición de ataque
- ¡ET! - Dijo la segunda, haciendo lo propio
- ¡Fiestero!
- ¡Oscuro!

Saltaron dando volteretas al otro lado del sofá y se plantaron frente a los tres amigos de Sediento, que tenían cara de incredulidad.

- ¿Y estos payasos de donde coño salen? - Le susurró Revoloteos a sus compañeros.

Haciendo una formación bastante ridícula, los cuatro desconocidos gritaron a la vez.

- ¡Somos las Zarigüellas de Coja! ¡Cruasán debe caer!

Revoloteos, Multiusos y Pringles se miraron.

- Estamos jodidos de verdad.

Desde las sombras.

Sombras. El cuarto estaba cubierto de sombras. Sombras alargadas, finas, gruesas, entrecortadas, renqueantes, pavorosas, uniformes. Ella sentía miedo, un miedo que nunca jamás había experimentado, un miedo que le helaba los huesos y le aceleraba el corazón provocándole espamos involuntarios que en silencio maldecía.
Las sombras se extendían hasta donde estaba y no sabía cómo pararlas. Una de ellas extendió un brazo, o lo que parecía un brazo, en un intento de atraparla y de fundirse en su alma para siempre, lo que provocó que de su garganta brotase un pequeño sollozo, el único que se había permitido hasta ahora exhalar. Se apartó con rapidez y saltó de la cama, su isla, su refugio, hasta el oscuro suelo de madera que, astillado, gimió bajo sus pies.
No había forma de escapar. Se acurrucó contra la pared, sin fuerzas de seguir luchando. Su recuerdo le ardía en la piel formando un contrapunto con el helador pánico y el sordo dolor del corazón. Todo estaba perdido.

Las sombras se alzaron. Sólo tres dieron un paso adelante mientras que otras dos reptaron por la cama para asomarse al hueco en el que ella se había refugiado. Distinguió ojos amarillos en sus deformes rostros y terribles garras en sus apéndices. La más grande de todas esbozó lo que parecía una mueca de satisfacción al sentir cómo ella se rendía. Estaba a un palmo de distancia. Cerró los ojos. Ya no sentía miedo.

La oscuridad de la habitación renqueó. Algo disforme se creó en el centro de la estancia disipando todas las sombras menores, que sufrían sin voz la energía que pugnaba por devolverlas a su mundo. Las dos que estaban agazapadas en la cama se estremecieron y sus ojos empezaron a apagarse y sus maltrechos cuerpos se comprimían. Cuando no quedó nada de ellas, la disformidad se abalanzó sobre las tres restantes aullando y desgarrándolas. Todas desaparecieron sin dejar rastro y la habitación quedó en absoluto silencio. Pero la luz aun no había hecho acto de presencia.

Ella abrió los ojos. La disformidad se había ido haciendo más nítida conforme expulsaba a las sombras de la habitación, hasta el punto de dejar que tras su apariencia grotesca se intuyese el rostro y la complexión de un ser humano.

Ella le reconoció enseguida. La luz volvió a la habitación en cuanto sus ojos se encontraron. Se abalanzó sobre la disformidad y la estrechó en un fuerte abrazo, mientras lloraba como hacía años que no lo había hecho. Su corazón volvía a estar completo.

La disformidad aulló de nuevo. Se desvaneció en el aire con ella aun abrazada a su cuerpo, abandonando la habitación para no volver jamás.


-_-_-_-


Este relato es una simple dedicatoria. No espero que guste, pues está dirigido a una persona en concreto.
Sombras, nos veremos en la otra orilla.

martes, 14 de mayo de 2013

Resolviendo el Teorema (4): A través del fregadero.





Volví de la compra con las bolsas atadas con cadenas a las manos. Es una costumbre que he cogido con la experiencia, pues siempre que me pasaba por el súper del barrio unos mozalbetes provistos de navajas me robaban el pan, el queso y el detergente para los calzoncillos. A partir del trigésimo robo y de enterarme de que me pusieron el mote de "Ofertón", opté por comprar unos candados de bicicleta y de tragarme la llave que posteriormente defecaba. Algunos pensareis que podrían arrancarme las bolsas de plástico de un tirón, desgarrando así un poquillo de carne y hacer de su hurto un episodio más dramático, pero estos jovenzuelos eran bastante corteses a pesar de todo. Me dijeron que estaban orgullosos de mi ingenio y que no volverían a robarme mientras siguiesen pudiendo partirse el culo de mí. No se a que se referían la verdad.

Llegué a mi casa, que desgraciadamente empezaba a convertirse en una colonia de inmigrantes antihigiénicos y tocacojones. Había cajas de pizza por el suelo, papel del culo usado colgado de la lámpara del salón (usado por delante, no por detrás, obviamente. Pringles odiaba que el cimbrel perdiese tras la micción) y basura en general por toda la casa. Menos el cuarto de Timmy, claro está. Ese estaba reluciente. Había contratado a una asistenta puertorriqueña que hacía las veces de amante y de ama de cría. Se llamaba Pepa. Pesaba unos 120 kg.

El cuarto de Timmy... odiaba llamarlo así, pero... ¿Qué remedio había? Las cosas por su nombre y la mujer a la cocina, decía mi abuelo Misógino (no es que fuera misógino, es que se llamaba Misógino).
El caso es que Timmy se lo montaba de puta madre y a mí me tocaba cuidar de dos físicos, un abogado, y un superhéroe con la pierna rota y conmoción cerebral aguda que por lo visto no podían valerse por si mismos.

La oreja de Revoloteos, por cierto, estaba en el territorio de Majora. La palabra "postureo" le había afectado más de lo que suponiamos y se había creado un fuerte con las latas de cerveza que Pringles consumía a una velocidad alarmante y con mis cortinas se había creado una túnica al más puro estilo Julio César. Con lo que le sobró se hizo una bandera y a voz de grito y con la cabeza de una de mis Barbies en la mano proclamó la independencia del Estado de Cruasán. No había manera de sacarle de allí. Lo peor es que Multiusos, el superhéroe, insistía en que era psicólogo y que Freud había aprendido de sus enseñanzas, por lo que intentó curar la enagenación en la que Majora estaba sumido.
Casi no sale con vida de Cruasán. Tuvimos que intercambiarlo por siete u ocho cajas de cerillas y setecientos denarios de la legión, la moneda local de su estado. Toda la puta noche con los rotuladores pintando hojas y recortándolas a medida...

Mientras ocurrían sabe Dios que cosas en el país imaginario de mi amigo, Revoloteos empeoraba por momentos. Tenía sangre de lagartija o al menos eso decía, porque le estaba empezando a crecer otra oreja. Lo malo es que era diminuta y apestaba a langosta, por lo que no queríamos acercarnos demasiado a él. Se ponía muy quisquilloso cuando se sentía solo y nos hacía comentarios hirientes y bastante racistas desde su posición en el sofá.

Eso nos dejaba a Pringles y a mí como únicos responsables de la salud de Multiusos. Tenía la pierna bastante jodida, pero sobre todo me preocupaba su estado mental. A diferencia de Majora, del que estábamos acostumbrados a ver sufriendo ataques psicóticos, el superhéroe insistía en ser una eminencia en el campo del Todo.
Claro, que a mí me importaba una mierda su sabiduría. Sólo quería saber por qué me había llamado "Elegido de los Tópicos" y la razón por la que me había ido a buscar. Así que cuando planté un pino y me desaté las bolsas de la compra, me senté frente a él en el sofá, dispuesto a sonsacarle de una vez por todas la verdad.

- Estoy hasta los huevos de verte gorronear mi comida y meterle mano a mi agaporni. Necesito respuestas y las necesito ahora. - Le espeté. Me agarré el paquete porque me sentía muy macho.

Multiusos me miró. Tenía un trozo de mi osito de peluche en la boca. Farfulló algo entre dientes y se levantó con la agilidad de una cebra preñada. Escupió el trozo de felpa.

- Ha llegado el momento, tienes razón. Tengo que acicalarme. Un segundo, caballeros.

Se dirigió al baño a la pata coja y bordeando Cruasán con cuidado. Del fuerte salían ruiditos simiescos.
Revoloteos se me acercó, dejando una nube de peste a marisco en el aire.

- ¿Seguro que podemos fiarnos de él? - Me susurró - Ya sé que puede volar y mi padre siempre dice que los animales más nobles son los que están en el aire y se abalanzan sobre la carroña cual mosca a la mierda pero...
- Porshupueshtoqu... eh. Pors... Sí queeee podemosh fiarnos diii EÑ - Rumió Pringles. Cuando su estado de embriaguez superaba el punto no retorno su oido se volvía más agudo que el de un pastor alemán, pero su locuacidad se veía ligeramente resentida. - Eshjkji unn ben pío, esth..teeee... pío.
- Aun así no deberíamos de dejarle tener tantas confianzas. No quiero tener a un individuo así en mi casa. O le interrogamos y nos dice como nos podemos librar de Timmy, o ya puede ir largándose de aquí - Terció Revoloteos.

Me indigné y me levanté de un salto.

- ¿Y que cojones te crees que estoy haciendo? ¿No eras tú el que te fuiste de juerga ayer con él? ¿Y que cojones es eso de "mi casa? ¡Es mía hostias! ¡Mía, y de nadie más!- Berreé manchando de saliva cualquier cosa que estuviese a menos de medio metro.

Revoloteos también brincó del sofá y se me encaró.

- Al menos yo no soy tan inútil cómo para dejar que un agujero cósmico me quite la mitad de la casa y no pague el alquiler.
- ¡Tú lo que eres es una jodida langost...!

Los gruñidos del fuerte se intensificaron y un puño se alzó amenazador sobre las latas de cerveza. Revoloteos y yo palidecimos, nos dimos la mano sonriéndonos de manera crispada y nos sentamos. A Majora no le gustaban los conflictos y preferíamos no entrar en guerra con Cruasán. Pringles empezó a roncar.

Estuvimos unas tres horas esperando a que Multiusos saliese del baño. Se escuchaba la voz de Multiusos cantando a viva voz "Eres tú" de Mecano y el ruido de la ducha de fondo. Cuando por fin salió, lo único que había cambiado en él era que ahora en vez de una capa llevaba una pajarita con unas ranitas sonrientes. Me planteé robársela mientras estuviese durmiendo.

- Señores, acompañenme. Tengo algo que enseñarles - Anunció

Despertamos a Pringles y, con un lazo, sacamos a Majora de su fuerte. Ninguna de las tareas nos resultó fácil. Ambos mordían, arañaban y juraban venganza. Me temí una futura alianza entre ambos, pero eso tendría que esperar. Les necesitaba sobrios y cuerdos. Como mi fuerza física es igual a menos uno, el pobre Revoloteos casi pierde la otra oreja. Por suerte el tajo al bies que soltó Majora al soltárseme le alcanzó en la ceja.

Mientras Pringles, ya recuperado de su terrible resaca (siempre que se despertaba tajado tenía una mala hostia increible, pero se recuperaba insultantemente deprisa), bañaba a Majora en agua helada para que recuperase la cordura, me reuní con Multiusos en la cocina.

- Mfffff... ffmffmm.
- Me cago en la leche... - Exhalé un hondo suspiro.

Le arranqué la pata de mi osito de la boca.

- Ahora. Habla.
- Debes de meterte por el Fregadero. - Me anunció con toda normalidad.
- ¿Que me meta por el fregadero? ¿De qué hablas? ¿Es que aca...?

Me tapó la boca con el dedo índice.

- Calla y escucha. Yo no puedo mostrarte nada. Ya bastante dije el día que te conocí. He venido a guiarte, pero las respuestas a tus preguntas sólo las puede resolver el Fregadero, y lo que hay más allá.

Por segunda vez desde que le conocia hubo algo en él que me sorprendió. De nuevo tenía esa mirada sabia y poderosa. Me infundió un renovado respeto.

- Pero... ¿Como me meto en el fregadero? Es imposible, no quepo.

Multiusos sonrió.

- Mira hacia aquí. - Me dijo.
- ¿Dónde?
- Mira. - Y me dio un puñetazo.

Ví las estrellas. No me lo esperaba y el hijo de perra éste tenía el brazo más grande que mi pierna. Me quedé grogui y lo único que me impidió caerme al suelo fueron mis años de entrenamiento con las Fuerzas Armadas (en realidad me choqué con la puerta y me quedé enganchado al pomo, pero esto no tiene porqué saberlo nadie).

Escuché unas risas a mi lado. Majora, Revoloteos y Pringles estaban tirados en el suelo, retorciéndose y pegando palmadas a diestro y siniestro a cualquier cosa que encontrasen.

- Menuda hostiaaaaa... - Decían de vez en cuando.

Dirigí mi mirada a Multiusos. Y una rabia asesina me llenó por dentro. Quería matar. Asesinar. Comerme un durüm. Lo que fuese. Me lancé hacia él con un maullido que sonó bastante homosexual, pero antes de alcanzarlo, él se apartó a gran velocidad. Choqué con la encimera y caí de cabeza al fregadero. Entonces fue cuando ví la verdad. No se como lo hice, pero funcionó. Descargué mi rabia sobre la pileta de aluminio. Levanté la cabeza y le propiné un sonoro cabezazo al grifo. Y el desagüe se ensanchó hasta que pude meterme por él.

Antes de que se cerrase, me dí la vuelta y ví a mis tres amigos señalándome con el dedo y con cara de sorprendidos. Multiusos levantó el pulgar, y todo se volvió negro.

sábado, 11 de mayo de 2013

Resolviendo el Teorema (3): El señor multiusos.





Tras pedir un crédito a plazos (30 años, 40% de interés) y pagar a Pringles, me quedé bastante jodido. No sabía que hacer ni a quien acudir para librarme de Timmy. Y lo que era peor, mis amigos habían tomado mi casa por asalto y no me eran de ninguna ayuda. Pringles y Revoloteos se pasaron el resto del Sábado jugando a la Plesteichon y Majora se enfrascó en la ardua tarea de hacer collares de macarrones para el examen final que tendría en Junio. Me compadecí de él.

Yo, por mi parte, me planteaba distintas alternativas. No podía matar a Timmy. Si le disparaba, me podría meter en un buen lío. Pringles me explicó que, según las leyes de nuestro país, un agujero interdimensional puede ser legalmente co-propietario de una casa si el dueño original de esta le lanzaba cosas sin preguntar primero.

Los físicos tampoco tenían ninguna idea nueva. Majora seguía insistiendo en follarselo mientras que Revoloteos me alentaba a llamar a los Cazafantasmas.

A las 20:48 de la tarde, me puse a hacer la cena, que consistiría en hielo de la nevera y una pera (o eso me pareció que era) que había encontrado tirada en una esquina de la despensa. Mi dirigí a las escaleras del portal y me senté, con gran frustración. Odio compadecerme de mí mismo, pero en aquella ocasión no pude evitarlo.
Lo peor es que podía aprender a convivir con Timmy, y yo lo sabía. Dejaría mi cuarto y me trasladaría al salón, donde podría hacer vida normal. Tal vez tendría que dejar algunas de mis cosas al alcance de Timmy, pero merecería la pena con tal de no amargarme a mí mismo la existencia. Ni de amargársela a los demás, ya que cuando me siento triste u ofuscado tiendo a quejarme sistemáticamente cada dos minutos y me gusta hacer nudismo. Ni que decir tiene que no es una imagen agradable.

Asi que ahí estaba yo, en pelota picada, con las llaves colgándome de las pelotas (tengo un compartimento secreto que uso a veces a modo de bolsillo natural) y con mi plato de suculenta pera podrida y hielo con sabor a mostaza rancia, ya resignado a convivir a la fuerza con el puto agujero de gusano (le voy cambiando de nombre, lo sé) cuando por la ventana del portal, una luz cegadora iluminó el rellano.

Me tapé los ojos pero la luz traspasaba mi brazo. Era como en esas películas en las que una supermodelo enseña las ubres y todos los presentes se quedan observando con cara de violador en potencia. Todo se ilumina y... ¡bum! Se pasa a la siguiente escena antes de que la cámara haya dejado el plano en toda su plenitud.
Entonces es cuando tu, rabo en mano, te levantas y te cagas en la madre y los antepasados del director, el productor y el apuntador. Tiras las palomitas a la pantalla (no alcanzas porque estas en la puñetera última fila porque a tu abuelita, que tiene escoliosis y le duele el cuello, y se ha comprado unas gafas, que más que gafas son prismáticos, le ha dado por ir contigo y exige sentarse allí) y escalas la pared hasta encontrarte con el tipo que maneja el proyector y te lías a hostias con él.

No han vuelto a dejarme entrar en ese cine. Tienen una foto mía en la entrada, bien grande. Salgo con los pantalones bajados, con medio culo fuera, mordiéndole la frente al sr. Pérez. No me denunció porque mi abuela tuvo a bien rematar la faena y le atizó con el paraguas hasta dejarlo seco. Ahora está en la cárcel. Me salvó el culo, la verdad, y me tatué su nombre en agradecimiento. También le llevo bombones que usa como moneda de cambio para cigarrillos y algún que otro pincho "para rajar a la puta de la Jenny". Creo que saldrá en un par de meses, pero dice que lo mismo nos vemos pronto para "ajustar cuentas". ¿Que coño querrá decir? La pobre ya chochea...

¿Por dónde iba? Ah, sí. Pues eso, que me quedé en estado de shock, igual que los capullos de la película esa. Cuando el flash pasó, miré al cielo y lo ví. Iba ataviado con una capa color marrón y una camiseta fucsia. Llevaba un pañuelo en el cuello amarillo y unos pantalones vaqueros de color rojo. Todo jodidamente mal conjuntado. No es que yo sea un lumbreras en eso de la moda pero coño, eso dolía a la vista.

Era un tío enorme. Volaba a toda velocidad hacia mi edificio. La verdad es que me asusté, puede que incluso se me escapase hasta un rebuzno. Solté el plato y eché a correr escaleras arriba con la minga bamboleándome de un lado a otro. Me saqué las llaves del escroto y entré en mi casa. Cerré la puerta con un portazo. Me latía el corazón a cien por hora.

Mis colegas se acercaron a la puerta y me miraron con cara de susto.

-¡¿Se puede saber por qué coj...?!

¡¡¡BOOOOOOOOOOOOM!!!

Fue no la madre, la abuela de todas las hostias. El gilipollas de la capa de cargó el tabique de mi pared y se estrelló contra la que estaba enfrente, que se agrietó y se combó de manera excesívamente peligrosa. Por lo visto era un poco cegato o tenía una puntería de asquerosa, porque según nos contó despues el lo que trataba era de entrar por la ventana abierta, posarse en el suelo cual grácil mariposilla y poner su pose de presentación.

Pero en ese momento el pobre hombre estaba medio enterrado en una capa de yeso y madera astillada. Le sacamos como pudimos y Majora tuvo tiempo de cortarse, dislocarse el hombro y fingir que tenía pupa para escaquearse de levantar a la mole e irse a jugar con los LEGO (marca registrada).

Sentamos al tío este en el sofá. El pobre tenía una especie de conmoción cerebral, porque no dejaba de farfullar incoherencias y de señalar al cielo mientras babeaba. Le dimos un poco de leche y galletas y se tranquilizó bastante.

- ¿Te encuentras bien? - Preguntó Revoloteos - ¿Necesitas un poco de impulso para volver a volar? - Se rió de su propio chiste con efusividad perruna.
- Yo... buscar... Sediento... urgencia... brrhahduh - Respondió el desconocido con los ojos en blanco.

Me acerqué.

- Yo soy Sediento. ¿Que ocurre? ¿Quien eres y cómo sabes mi nombre?
- Tu... eres...
- ¿El elegido?
- Gilipollas... no
- ¿No soy gilipollas? ¿O no soy el elegido?

Pringles me atizó con el maletín y me berreó que guardase silencio.

- Tu... eres... el guardián... de la puerta de... el "sitio".
- ¿El guardián de la puerta? - Pregunté extrañado - ¿Te refieres a Timmy? En serio, ¿quien cojones eres?

El gilipollas de la capa me miró fijamente. Sus ojos rebosaban conocimiento y sabiduría. Una sabiduría tal que me sentí acobardado.

- Yo soy... - Tosió - Multiusos. Cargante Multiusos... un placer... conocerte...

Hizo una pausa dramática. La verdad es que le quedó de puta madre.

- ...Guardián de la Puerta de los Tópicos...

Se desmayó.













- Lo de la pausa era postureo - Mencionó Revoloteos de pasada. Majora le cortó una oreja con el cuchillo de cocina.

viernes, 10 de mayo de 2013

Resolviendo el Teorema (2): Legalmente intrínseco.






Pringles llegó a mi casa a las 08:59 de la mañana del Sábado. Estábamos en la cocina tomándonos unos emparedados de atún y tabasco para mantener nuestras mentes despiertas y nuestro estómago a punto para lanzar heces a Timmy. Esta idea era de Majora, por supuesto, que estaba realmente frustrado. Segun él, la única solución era fecundar al agujero y tras esperar los 9 meses de rigor, disputar la custodia del hijo-puerta, ganarla y ofrecerle al fruto de su vientre a cambio de la libertad de mi monitor. Nos negamos, a si que lo único que se le ocurrió a continuación fue lanzarle caca.

Pringles llegó en un estado lamentable. Su traje tenía arrugas y manchas de ketchup y apestaba a whisky barato. Preferimos no preguntarle.

Se dirigió sin demora a mi nevera y se abrió una lata de cerveza. Segun él, no se gana un juicio sin tener la suerte de los borrachos. Empezó a soltarnos un rollo sobre poderes judiciales, inquisitivos y penales que me daban el derecho de practicar la flagelación con un látigo de 7 cuerdas sobre Timmy si en menos de 23 años no me había pagado el alquiler. La idea era tentadora, pero necesitaba librarme de él de forma lo más rápida posible.

- No os preocupeis pequeños. - Dijo mientras se bebía de dos tragos la octava cerveza y tiraba la lata sobre mi cabeza - Yo me encargo de todo.

Salió de la cocina y se metió en mi cuarto. Nos quedamos en tensión, asomando la cabeza al pasillo, mientras tratábamos de escuchar lo que ocurría. A alguien se le escapó una ventosidad.

Tras 3 horas interminables, Pringles salió de mi habitación con una gran sonrisa en los labios y con el maletín en la mano. Mis esperanzas aumentaron.

- ¿Que ha pasado? - Le pregunté lanzándome a sus brazos y derribándole - ¿Se marchará? ¿Podré volver a usar mi ordenador para no hacer nada productivo?
- ¡Quita, coño! - Me gritó lanzándome contra la mesilla del salón e incorporándose. Se encendió un cigarro y se sentó en el sofá con aire misterioso.
- ¿Te ha dicho algo de mí? - Dijo Majora con un brillo en los ojos - ¿Habrá notado mi cambio de look?
- Callarse to er mundo - Dijo a modo de respuesta Pringles, imitando de manera vergonzosa el acento sevillano - Todo está bajo control.
-¿Entonces? - Preguntamos los tres al unísono

Se produjo un silencio incómodo. Pringles daba las caladas lentas y nos miraba con aire de superioridad. Yo estaba cardiaco.

- He hablado con él. Dice que está muy disgustado con la forma en la que le trataste cuando le conociste. Es un mentiroso, podemos ganar el juicio de manera fácil. Hasta me dijo que le arrojaste basura y cosas encima - Se rió y me miró -¿A que es ridículo?
Dudé un momento.
- Tal vez le tirase alguna cosilla, sí.

Se le cayó el cigarro y se puso pálido.

- Dime que no le tiraste grapadoras.
- Estoo...
- Dime que no le tiraste latas de Coca-cola vacías.
- Estoo...
- Dime que no bailaste una sardana delante de él con la barretina calada.
- Estoo...

Pringles se levantó de un salto y abrió su maletín. Dentro sólo había trozos de pizza, litronas vacías y muestras de colonia de las que te envían por correo. Empezó a berrear y a decir una y otra vez "¡tiene que estar por aquí!" mientras tiraba toda la mierda que tenía acumulada sobre el salón. Me empecé a preocupar.

- ¡Ajá! - Gritó levantándose con un papel arrugado y lleno de manchas de grasa en la mano - Aquí está.
- ¿Que es eso? - Le pregunté acercándome - ¿Una orden de alejamiento? ¿Valdría algo como eso?

Pringles hizo una especie de de gesto despectivo.

- Mis honorarios. Me debes 30.000 leuros.

Me cagué en su padre, en su madre y en su sobrina.

Resolviendo el Teorema (1): El ataque de Timmy.




Ayer estaba yo buscando en el hinternet (o bueno, la hinternet, que despues llegan las feministas y...) algo con lo que pasar el tiempo cuando de pronto y sin previo aviso se abrió en mi Mozilla Firefox con Adblock incluido una página muy misteriosa. Era negra y sólo tenía un botón con una carita sonriente muy sugerente. Me pregunté que sería. No podía ser Spam ni pornografía, y tampoco falsas promociones de las que pones tu número de teléfono y te sacan hasta la talla de calzoncillos. Así que pulsé.

Que maravilla amigos. Una luz iluminó mi ordenador y se creó una puerta espacio temporal en el monitor del mismo. Justo la mañana anterior había visto un documental en la 2 sobre agujeros negros, galaxias lejanas y bocadillos de panceta sin queso, por lo que imaginaba que toda la materia que atravesase mi monitor se convertiría en pura energía e implosionaría. A si que empecé a lanzar sobre la puerta grapadoras, bolígrafos, pelos púbicos y algún que otro fluido corporal que en mi estado de éxtasis había soltado sin querer.
Los resultados no tardaron en aparecer, por supuesto. Al principio, el monitor se tragaba los objetos con voracidad y hambre lobuna. Pero al rato empezó a esputar y a gruñir de forma molesta, a insultarme y a cagarse encima de mi mesa. No era una imagen agradable, para que nos vamos a engañar.

Cuando terminé de librarme de todas las cosas molestas que tenía sueltas por mi habitación (latas de Coca-cola, brillantina para strippers, mi ex-novia) me dispuse a cerrar el agujero. Pero claro, no tenía ni idea de cómo hacerlo. Despues de todo, no soy físico, y probablemente cualquier cosa que hiciese empeoraría la estabilidad del asunto. Además, el puto Timmy (así se llamaba la puerta) no paraba de hacerme gestos obscenos ni de mentar a mi madre de maneras bastante irrespetuosas, con lo que me daba bastante cague acercarme a él y que me soltase una buena hostia o que me sacase una navaja y me robase los 12 leuros que con mucho esfuerzo había ahorrado durante todos mis años de vivir solo.

A si que la única solución fue llamar a mis amigos, Revoloteos y Majora, a que me solucionasen el problema.
Este par de caballeros son físicos teóricos cuánticos de la materia interespacial planetaria encebollada y rebozada. Aun están en la Universidad, pero por lo visto les va muy bien y... ¿quien no va a confiar en dos jóvenes promesas?
Lo malo es que eran las 04:56 de la mañana de un Sábado y cuando llegaron a mi casa, iban vestidos con lo que me pareció que eran trajes de bailaora flamenca (con castañuelas y todo) y sombreros de mago que, palabras textuales, le habían robado al maricón de Harry Potter. Preguntándome en que estado habrían dejado al pobre indio que vendía sombreros por la calle, les conduje sin más preámbulos a mi habitación, aunque el camino se me hizo eterno (y eso que mi casa tiene 30 metros cuadrados) debido a la cantidad de leches que se pegaban los dos jóvenes genios de la física. Es lo que tiene ir con tacones y con más alcohol que sangre en las venas.

Eso sí, cuando vieron a Timmy sus semblantes y su actitud cambiaron por completo. Se quitaron los trajes de bailaora, dejando al aire sus vergüenzas y se pusieron sus trajes de trabajo con bata incluida (la de Majora manchada de Plastidecor). Nunca supe de donde cojones los sacaron.

Entablaron conversación con Timmy.

- ¿Tu-hablar-idioma-de-yo? - Preguntó de manera entrecortada Revoloteos haciendo aspavientos y poniendo cara de estreñido.
- De acuerdo, tu eres el subnormal número dos. - Respondió Timmy entre regurgitaciones.
- Por lo visto tenemos a un valiente entre nosotros - Dijo Majora con una sonrisa que habría hecho palidecer al más experto acosador sexual mientras se apretaba las partes. - ¡Dejadme solo con el y vereis como canta!
- Y tu eres el subnormal número tres. Uno más y ya podeis hacer una banda.

Me cabreé. Timmy tenía muy mal humor y una pésima educación.

- ¿Te importaría salir de una jodida vez de mi monitor? - Espeté mientras me acercaba a la mesa con el puño en alto y babeando. Majora y Revoloteos me agarraron. - Estoy hasta las narices de tus faltas de respeto y de que mentes a mi mami. - Me eché a llorar sobre el hombro de mis amigos, manchando sus batas de mocos y legañas.

El cabrón de Timmy se carcajeaba y nos señalaba con aires de grandeza. No tenía ninguna intención de salir de mi casa sin luchar, y menos despues de saber que no sabíamos como sacarle.

De pronto, Revoloteos tuvo una idea. Si no podíamos sacar a Timmy a la fuerza, ejerceríamos la opción de la legalidad. Por lo cual, necesitaríamos a un abogado. Era la hora de que Pringles entrase en acción.