lunes, 10 de noviembre de 2014

Partida y Regreso: Se viene el relataso.

Me siento terriblemente avergonzado por los sucesos acaecidos ayer. Creo que nunca he tenido tamaña sensación de asco y vergüenza ajena como la que me invade en este momento. Tal vez sea mejor poneros en situación antes de entrar en detalles.

No hay mucho que contar sobre mí. Soy un pobre imbécil con problemas de autoestima y un nivel de alcohol en sangre que roza la ilegalidad permanente. Estoy convencido de que si hubiésemos ido a otro lugar eso me preocuparía, pero nos encontramos ahora mismo en territorio comanche. Nada más y nada menos que en la capital del espetec, la butifarra y la barretina.

No, no hablo de Villahermosa de Abajo. Incultos de los cojones. Hablo de Barsalona.

¿Que me ha traido aquí? Bueno, en verdad escribí recientemente unos versos dedicados a ello, pero su aceptación fue más bien... lamentable, por decirlo de algunas maneras. Tengo aun a un grupito de poetas, de estos que se dedican a escribir como si tuviesen un tulipán metido por el ano, debajo de mi casa. Insisten en darme de hostias y reconvertirme en un votante de Podamos, Jodemos, o como se llame. Ni que decir tiene que tengo que esquivarlos cada mañana con maestría y discrección, no vaya a ser que a uno se le vaya la chapa más de lo normal y me acabe dando sermones sobre como escribir una sinécdoque para que concuerde con una metonimia.

El caso es que me encuentro actualmente en Barsalona y soy un consumidor compulsivo de bebidas espirituosas. No revelaré mi nombre, pues en malas manos alguien tendría poder sobre mí, así que para vosotros seré el Guardián entre el Centeno. O Sediento. ¡Jo! Mejor Sediento. Es más sutil.
Pues bien, vuestro querido narrador aquí presente y unos cuantos muchachos de procedencia bastante barriobajera, amigos míos todos, decidimos rescatar a Rocoso de las garras de la Generalitat (Rocoso es otro de nuestros amigos, por si algún lerdo no lo tiene claro. Que hay que explicároslo todo, leñe)

Decidimos fijar la partida a Barsalona el 14 de Agosto, fecha ideal para todo aquél que desee hacer un viaje en familia a Salou, Torrevieja o a cualquier otra provincia de Alemania. Hicimos un grupo de guasap para organizar los últimos flecos del plan que teníamos en mente e hicimos la lista de la compra:

- Hemoal
- Hemoal Junior para Styncat
- Sobrasada de Mallorca
- Disuasor de posibles autóctonos agresivos (lo que viene a ser una hucha)
- Audispray
- Audispray Junior para Styncat
- Cola cao
- Cola cao Turbo para Styncat

El resto de las cosas las dejamos a cargo de Babibel, que tiene una mochila con un bolsillo mágico, como el gatete cabezón ese de los dibujos. Te saca desde cuerda de pita hasta un buque de 20 metros de eslora en lo que tardas en pelar una gamba.

Una vez listos los preparativos, esperamos pacientemente a que llegase el día G (por gay. No es que seamos gays, es que por lo visto coincidió con la jornada gay en Barsalona y la ciudad estaba poblada por gente fuerte, depilada y atractiva. La autoestima a tomar por culo, claro. Nunca mejor dicho).

Los días han pasado lentamente, pero aquí estamos por fin. Y lo que ocurrió ayer... meh. Dios. Que asco me doy. Tendría que contaros toda la historia desde que salimos de casa hasta ahora, y no me siento con fuerzas...

Lo justo, sin embargo, sería que os introdujese a todos los protagonistas de esta rocambolesca odisea.

- Sediento: Yo.

- Pablemos: Un tipo muy alto y desgarbado. Tiene una ligera fijación hacia Babibel, pero se lo achacamos a las drogas. Sí, consume drogas. De todos los colores y sabores. Como nota diré que no me deja poner la bandera de Espiña en el balcón por miedo a represalias. El más sensato del grupo con diferencia.

- Gruñón: Aunque ya no gruñe tanto, las tradiciones no se olvidan. Casi tan largo como Pablemos, pero no tanto. Se pasa el puñetero día con la cámara de fotos que le robó a una pobre señora en el metro a golpe de bastón, previamente robado a la propia señora. Madruga demasiado. Preocupantemente. Se rumorea que es vampiro o alguna cosa de esas.

- Revoloteos: Lleva sin revolear mucho tiempo, desde que se casó concretamente, pero aun nos deja esos ademanes saltarines que harían palidecer al ballet ruso. Tiene una barba prodigiosa en la que guarda pistachos y sobrecitos de ketchup como provisión. Se dedica, normalmente, a repartir ingeniosos comentarios despectivos hacia tu persona. Encantador.

- Babibel: Lo dicho anteriormente. Tiene un bolsillo mágico y una gran capacidad para sacarte de quicio con su sempiterna sabiduría. Dice que es médico, pero se pasa las "horas de clase" jugando al cocodrilo sacamuelas (con gran habilidad, todo hay que decirlo).

- Styncat: La mascota del grupo. Lo trajimos porque nos oyó hablando del viaje y nos amenazó con arrojarnos heces si lo dejábamos en Madrid. No suele morder, pero hay que vigilarle cuando se ducha o provocará una inundación seguida de un espectáculo de títeres bastante siniestro. Mejor me ahorro explicaros con que material los hace.

- ET: Más largo que Gruñón, pero menos que Pablemos. Es un tipo bastante peculiar. Cuando está sobrio, suele tener un comportamiento razonable e incluso hasta paternalista. Cuando está ebrio, birla adoquines y los lanza por encima de los tejados berreando improperios y se esconde bajo las faldas de las damas con el pretexto de que allí ha perdido sus lentillas.

- Seta: Es tranquilo y paciente a priori, pero no os dejeis engañar por su aparente estaticidad. Resulta que es un titiritero en la sombra, instigador de odio y provocador de conflictos a gran escala. ¿Acaso os pensabais que lo de Gaza era por motivos religiosos? Inocentes... entre sus múltiples cualidades se encuentra el lanzamiento de bombas de humo.

- Pringles: Es el asesor legal del grupo. Tiene un problema con el alcohol equiparable al mío y una dialéctica equiparable a la de Rajoy (aunque escupe menos). Con un don para las rimas obscenas y una mala uva de aupa, nos aconseja constantemente sobre lo que esta bien y lo que está mal para luego hacer lo que le sale del morcillo.

- Brasas: El hombre multiusos del grupo. Capaz de componer como Boticcelli y de cantar como Sinatra mientras cocina como Jordi Roca y folla como Nacho Vidal. Habla demasiado y gesticula demasiado, pero le queremos tal y como es. Experto en imitaciones grotescas y amante de los teleñecos.

- Rocoso: Nuestro amigo cautivo. Está muy fuerte, eso no lo podemos negar. Es muy atractivo, eso no lo podemos negar. Tiene un mentón hercúleo, eso no lo podemos negar. Pero no es capaz de mantener la pilila en los pantalones ni aunque su objetivo tenga un cepo para osos, de esos puntiagudos, entre las piernas. Tenemos que rescatarle.


Aquí concluye la presentación de los protagonistas. Agarraos, que vienen curvas.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Una ciudad ciega.

Es una ciudad ciega. No ve, pero siente. Oye. Sufre y se venga.

La ciudad está despierta. Respira al son de miles de almas que en ella habitan, recordando a un gigantesco monstruo de luces y sombras, con una mano vengativa de la que penden hilos. Hilos que llevan a estas almas a cometer atrocidades.

Las almas ríen, lloran, gruñen, se compadecen de si mismos. Son patéticas. Huyen de su entorno, crean falsas espectativas y de reducen a infraseres por unas migajas de ego y orgullo decadente. Se arañan, se muerden, se abofetean. Se hieren.

La sangre fluye por los adoquines de las calles oscuras. No hay más luces en esas partes de la ciudad ciega, sólo un vacío atormentado por la ausencia de aquellos que hace tiempo abandonaron su hogar. Su antaño espléndido hogar, lleno de ilusiones. Ya sólo queda frío. Y muerte. Lo sé. Los he sentido.

En las calles luminosas fluye la bilis y el orín. Un hedor a humanidad plaga el aire, que pugna por escapar de entre los ruinosos edificios, cuyas capas de yeso y amianto deslizan hacia el suelo un veneno que supura y crea grietas en el cemento. Las pisadas marcan el camino a los tugurios, atestados de almas innobles cubiertas de sudor y llenas de vergüenza. El humo de los cigarros y del vaho replica en las ventanas, pudríendolas y deshaciéndolas con parsimonia.

La ciudad amargamente vestida de noche ríe. Sabe que no hay salida para aquellos a los que ha arrancado la cordura de sus mentes, antes despiertas y jóvenes, ahora envejecidas y sembrada en ellas la semilla del desasosiego. Rugen sus tripas y comen. Frívolo aquel del que no practique el sexo con cualquier ramera desorejada. Quema su garganta y beben. Beben agua estancada y putrefacta.

Las entrañas de la ciudad antaño guardaban un corazón. Ahora sólo tubos de cañería. Túneles de hierro frío, oxidado, cubierto de herrumbe que pugna por carcomer hasta la última gota de brillo que antaño tuviese. Gárgolas de mármol amarillento decoran sus puertas, guardianes silenciosos que advierten al viajero... osado aquél que cruce el umbral, pues sólo encontrará pesar.

Mentiras al viento y suciedad en el ambiente de los barrios. Gente que dispara sin preguntar primero. La ciudad ríe encantada, pues sus hilos los dirigen con premura a un destino inminente. Algunos dicen que aman, otros se ahorran el embuste. Nunca sale a la luz la verdad por si sola, pues la soledad arrecia y es mejor engañarse a uno mismo. O eso creen. Eso creen que creen.
La única que lo sabe a ciencia cierta es una mujer, escondida y con el hilo que la ataba cortado y guardado en un arcón.

La mujer ve a estos títeres y le repugnan. Le dan ganas de vomitar. Ve la gigantesca mano, en lo alto, que cubre el cielo siempre gris. Ve sus dedos moverse, como un burlón titiritero que, siniestramente, inclinado hacia el edificio más alto, gobierna los corazones negros.

Iré a verla por la noche.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

(Introducción) Partida y Regreso: Barsalona Pl0x.

Erase una vez, en el reino lejano de Madrid
Un audaz caballero, con una gran cicatriz
Mas no era en su piel, si no en su corazón
Pues acabose de comer, un bocata de jamón
Pareciereos extraño, pues muchos pensareis
Que tamaña afrenta, no es tanta, ya lo veis
Pero nuestro amigo se moría, de tanto sufría
El tomate le encantaba, por el pan lo restregaba.

La receta la encontró de las lejanas tierras del Norte
Escondida la tenía, tras un férreo picaporte.
Pero un día sin previo aviso, desapareciose la receta.
Y desde entonces el caballero, no gustole ni una teta.
Pues el acostumbraba a llevar en sí una lata
De tomates de la huerta, valiosos más que la plata.

Preguntole a sus amigos si sabían la respuesta
A su enigma, a su súplica, que tampoco fuera escueta.
Sr. Litros se acercó, y la mano en el hombro le puso
"Partamos, amigo, al Norte, y recuperemos lo que intuyo"
"Nuestro amigo allí nos espera, con una nevera llena"
"De tumaca y de frijoles, pues así manda la dieta".

Reuniosen los 10 amigos, e hicieren allí el pacto, en la cocina del Sr. Brasas, que era muy pesado
"Del Norte no regresaremos sin tener aqueste hallazgo, preparémonos hermanos, pues muy pronto nos largamos"

Recordaren al Sr. Negro, en tierras infieles, y del Sr. Fiestorro, que tenía quehaceres.
La Sra. Tequilas, con su marido estaba, recolectando higos chumbos en un huerto de la playa.

"No temamos por las bajas, si no por la que nos espera, pues en las tierras del Norte, un gran peligro acecha"

"Aquel peligro no es tanto, pues el Sr. Rocoso aguarda, no solo con la nevera, si no con su más terrible arma"

"¿El arma que le arrebató?" Preguntó el Sr. Largo "¿A Iñigo Montoya?"

"Eso hace tiempo pasó" Respondió el Sr. Revoloteos "Su gran arma es su polla"

Y así todo quedó zanjado, y con la vista en las montañas
Los 10 hombres brindaron y se metieron unas rayas
La droga subió deprisa, más aqueste colocón
No hizo que nuestros heroes, se quedasen sin canción.



Se viene Barsalona. Se viene.

sábado, 12 de abril de 2014

Orden de la arena (1)

Las huellas de Tar marcaban el camino que marcaban sus pasos por la playa. Era un día de frío y marea alta, y el cielo se había vestido de gris para recibirla.

Su pelo pintaba de negro y daba forma a las ráfagas de viento que, a su vez, arremolinaban su vestido en torno a su figura. Hacía años que no se miraba al espejo, pero sabía desde hacía tiempo que la edad había hecho estragos con su cuerpo. Ya no era aquella niña que miraba a los demás con la inocencia que sólo se puede tener cuando aún no has descubierto los compases a los que nos hace bailar la vida. Eso la entristecía, pero a su vez le daba un conocimiento de las cosas que le rodeaban que jamás había tenido antes.

Siguió caminando con un rumbo fijo. Aquella mañana se había despertado con la intención de visitar la vieja cabaña del cabo. No sabía mucho acerca de ella, solo que había sido habitada por un viejo pescador, ajeno a su pueblo, y que ahora estaba abandonada. Su madre le había advertido que alejarse tanto de casa era peligroso, y más cuando había pleamar, pero a ella no le importaba. Siempre que podía se escapaba de Huja y recorría la zona costera hasta que se hacía tan tarde que iban a buscarla.
En la cabaña, según se rumoreaba en el pueblo, residía el espíritu del pescador, que en las escasas noches en las que se podía ver la luna salía a buscar un antiguo reloj de bolsillo. Este reloj se lo había tragado un pez en un accidente de pesca muchos años atrás, y fue la primera y única vez que se vio al anciano en el pueblo, preguntando por él con cara de preocupación y los ojos anegados en lágrimas. La mayoría de los braceros y pescadores del pueblo le prometieron que si lo encontraban en las tripas de algún pescado se lo harían saber, pero el reloj nunca apareció. Muchas personas pensaron que el anciano se lo había inventado, que era una manera de llamar la atención, que la edad juntada a la soledad no le hace bien a nadie...
Cuando Tar escuchó la historia, sintió lástima. Ella estaba convencida de que el reloj era real.

Y lo había encontrado.

En esos momentos, pendía de su mano. Era hermoso en cierta medida. Tenía una gran abolladura en la cubierta frontal y le faltaban las dos manecillas, con lo que era evidente que necesitaba una reparación, pero a pesar de todo desprendía un aura extraña. Tar se fijaba mucho en las cosas, y le encantaba ver a través de lo que ella llamaba "capa inanimada". Cuando miraba al reloj, ella no veía un viejo recuerdo oxidado, o un pedazo de chatarra inservible. Ella veía una historia, un valioso y preciado recuerdo perdido hacía años y del que, ahora rescatado del olvido, formaba parte.

Llegó al extremo de la costa y subió al pequeño muelle sobre el que descansaba la cabaña. Estaba ciertamente destrozada, con los maderos desgastados y cubiertos de grietas. Tenía un aspecto descolorido debido a la erosión del viento, el contacto con la sal y el agua y en cualquier momento parecía que se podría venir abajo. Los hombres del pueblo jamás entraban en la cabaña, y de hecho evitaban esa parte de la costa por su incomprensible terror a los espíritus. Tar jamás tuvo ese miedo. Y por ello, se acercó a la puerta y la empujó suavemente. A pesar de estar desvencijada, se abrío con facilidad, y sin producir sonido alguno.

El interior de la casa estaba en unas condiciones lamentables. No había a primera vista nada destacable, excepto una estantería de metal destrozada y cubierta de herrumbe tirada en medio del suelo y un par de puertas que conducían al baño y al cuarto donde supuestamente el anciano dormía. Si hubo en el pasado algo más en aquél lugar, había desaparecido tras la muerte del anciano. Tar suponía que, al no haber tenido herederos, las personas de Huja se habían rifado sus pertenencias y habían convertido a la cabaña en un esqueleto hueco.

Se dirigió a la habitación y se adentró en ella. La luz entraba por la ventana sin cristal, dando al espíritu del anciano un aspecto más translúcido de lo que ella esperaba. Nunca se había encontrado cara a cara con él, pero se lo imaginaba de manera distinta.

(...)

lunes, 24 de marzo de 2014

Interludio: El silencio del tiempo (1)

Todos nacemos y morimos con un propósito en la mente. Algunas personas lo perciben mucho antes que otras, pero en el fondo siempre ha estado presente en nuestro interior. La vida nos da vueltas por distintos caminos, mostrando lo bueno y lo malo que tiene seguirlos o detenerse y buscar el siguiente. En muchas ocasiones, nos equivocamos y tenemos que rectificar antes de que sea demasiado tarde. De vez en cuando, pensaremos que lo malo sólo puede mejorar y avanzamos sin importarnos las consecuencias.
Y existe otro camino. El más escaso y más difícil de encontrar. Es el camino de no retorno. El camino en el que entras sin ver lo que hay más adelante. Un sendero por el que sólo puedes ir hacia el frente, sin mirar atrás, atraido por un final incierto y que no se puede vislumbrar hasta llegado a él. No puedes dar marcha atrás, no existen bifurcaciones, sólo serpenteantes giros que llevan al mismo sitio y conducen al mismo sitio.
Se podría decir que este camino es paradójico. Entra en conflicto con lo que nos han enseñado desde que somos pequeños. Nuestra capacidad de elección y nuestro libre albedrío niegan la existencia del mismo, y queremos creer, queremos pensar, en que nada es más fuerte que ellas. Nada más lejos de la realidad. No son más que meras químeras encerradas en una caja de latón, de la que no van a salir. Si entramos en el camino del no retorno, nuestros intentos de salir de él no serán si no las curvas pronunciadas que encontramos una y otra vez. Nuestro destino ya ha sido fijado, y es el que, consicente o inconscientemente, queremos y tenemos que seguir.

Han pasado ya muchos años desde que yo encontré el mío. Y también han pasado años desde que salí de él. No siempre tiene la misma forma. Puede variar desde el más puro de los sentimientos hasta la más simple idea que se forma en tu cabeza. Puede tener la longitud de una vida o la brevedad del último trago del café por las mañanas. En mi caso, se presentó con la forma de una mujer.

Mi historia la he titulado "El sendero de Bruma". No he hablado de ella con nadie, jamás, pero muchos la conocen. Personas con rostro agrio y corazón de ceniza. Amigos y familiares sonrientes y espectantes. Desconocidos sin rostro y que lo han visto desde bastidores, inmóviles, buscando el momento exacto para hacerse notar y dar esa palmada en la mesa que nos haga fijarnos en ellos y dibujar, por primera vez, un esbozo de su alma en la nuestra.
El Sendero de Bruma fue mi primer y último camino de no retorno. Muchas veces me resistí a cruzarlo, pero sabía que no había salida posible. Su fuerza me arrastró hasta el final. Y por esa razón me encuentro ahora escribiendo estas palabras. No se que habrá sido de aquél antiguo yo que dejé atrás... quiero pensar que, en otro universo, en otra vida, él logró distanciarse del destino que le había sido fijado. Quiero pensar que todo lo que hacemos tiene un significado y que podemos, en mayor o menor medida, elegir que hacer con las decisiones que hemos tomado.

Necesito creer en ese silencio que queda cuando el tiempo, duro e indestructible, se agota de manera definitiva.

Dicen que todas las historias tienen un principio, una situación ideal desde la que se puede partir para comenzar la narración. Puede comenzar con un cruce de miradas, una sonrisa robada, un silencio incómodo delante del ataud de un conocido... cualquier tipo de inicio es bueno mientras se tenga clara la razón por la que escribirla o contarla.

En mi caso, yo no puedo estar tan seguro. Supongo que podría empezar cuando la muerte de mis padres nos dejó a mi hermano y a mí huérfanos y solos en una España que estaba en pleno apogeo cultural y económico.
Podría empezar, tal vez, cuando finalmente a los 18 años de edad, tras muchas penurias y malas relaciones con mis tíos, decidí largarme de esa casa para no volver jamás, rumbo a un Madrid que se me antojaba frío, oscuro y gigantesco.

Pero me estaría equivocando. Lo mejor será que empiece por aquella mañana del Otoño de 1998, donde todo cambió para mí.

miércoles, 19 de marzo de 2014

La distancia del tiempo.

Las miradas empezaron hace años.

De manera sutil, ella empezó la dulce e inocente danza del que ve la luz por primera vez. Se acercaba a pasos cortos, con cautela, esperando una palabra suya, un momento al que aferrarse. Algo secreto, algo que nadie más entiende, brotaba de su corazón a medida que los dos se encontraban en el camino del deseo escondido. Nadie decía nada, nadie clamaba lo obvio. Pero existía un vínculo, invisible y a la vez claro como la luz del amanecer.

El buscaba adaptarse a su baile. De manera torpe, trataba de ser importante, de destacar. Buscaba palabras de ingenio y risas cómplices a su alrededor. Seguía el sendero que ella le marcaba sin saber bien adónde podía llegar. Bebía de sus sonrisas y dormía en sus sueños. Y lentamente iba comprendiendo la razón por la que sus vidas se habían cruzado. El temor le oprimía el pecho como un cepo.

Los años los hicieron adultos, pero seguían con su interminable ritual. Día tras día descubrían cosas nuevas y se veían de forma diferente. Se buscaban constantemente, repitiendo la tradición que no se había oxidado con los estragos del tiempo. Veían derrumbarse todo a su alrededor, como el castillo de naipes que alguien dejó olvidado a la intemperie. Y sabían que era inevitable que, finalmente, sus senderos se cruzasen.

Ese día, el día en el que sus caminos finalmente se entrelazaron, él le preguntó el significado del amor. Las manos de ambos estaban unidas y sus pasos se habían detenido. La vida los desviaba de nuevo un poco más adelante y aunque se negaban a continuar, no hicieron amago de apearse de ella.

Mirándole a los ojos, no supo que responderle. Se soltó de su mano y se dirigió sin mirar atrás a su parte de la bifurcación.

lunes, 10 de marzo de 2014

La idea.

Se levantó de su escritorio tras varias horas de trabajo. El humo de los cigarros, mezclado con el olor a café y sudor, se desvanecía en el ambiente dejando nubes de desesperanza. Un día más sin lograr avanzar en la novela.

Cogió su chaqueta y salió por la puerta de su casa. El día era frío y arrojaba sobre su rostro ráfagas de viento helado. Las sintió como un reproche, un lamento del viento a su vulgaridad y a su desidia, que lo carcomía por dentro. Las miradas de las personas que se cruzaba, hombres y mujeres sin rostro definido tras los cristales empañados en los que se convertían sus ojos cada paso que daba, lo miraban con reproche. Sus muecas sarcásticas le dinamitaban en el estómago. Tenía miedo de ellos, y aceleró el paso por la Gran Vía de Madrid sin deternerse un instante.

Se sentó en su banco favorito, cerca de la Plaza Mayor, lejos de todo ser viviente excepto un gorrión que, sin pensarlo dos veces, se encaramó a su lado, en un alarde de valor. Sus ojos se cruzaron y el escritor vio en ellos la misma acusación y el mismo desprecio. Era como mirarse en un espejo.

Corrió. Los segundos se transformaban en horas mientras la riada de gente sin nombre, sin rumbo, se apartaba de sus apresuradas zancadas, dejando espacio libre a su mediocridad. Le fallaba la respiración. "No puedo hacerlo" pensaba, esquivando todo tipo de materia uniforme que se materializaba como por casualidad en su camino. Nubes de fuego se cruzaban en su trayectoria. Las eludía con presteza. No le quedaban fuerzas.

Se desplomó en una callejuela oscura, con un terrible dolor abdominal. Jadeaba, haciendo esfuerzos por recomponer los zarcillos de su memoria. ¿Cuanto tiempo llevaba corriendo? ¿Y de que huía?

"De tí mismo" dijo una vocecilla en su cabeza.

El escritor de levantó asustado.

- ¡¿Quién anda allí?! - Gritó a la oscuridad mientras se frotaba las costillas. Con un torpe movimiento desenfundó el arma que le pendía de la funda que llevaba colgada del hombro - ¡No se acerque... estoy armado! - Su voz resonó con tono histérico.

"Los fantasmas de la mente son inmunes a la violencia, amigo mío" - Respondió la voz - "A menos que decidas acabar con ellos introduciendo ese artefacto en tu boca y apretando el gatillo".

Asustado, se dejó caer contra la pared, deslizándose lentamente hasta tocar el suelo. Su paranoia era tal que ahora oía voces.

- Qué cojones me está pasando... - Se lamentó en voz baja.

"Te lo puedo explicar. Sólo tienes que lanzar ese arma lejos de tí. Será mejor evitar tentaciones".

- ¡¡Cállate!! - Gritó el escritor desesperado. El eco le devolvió el grito con mayor intensidad y notó el inconfundible toque de locura, ese brote que llevaba años esperando pero que aún no había llegado. Sabía que era su última oportunidad, su gran momento de lucidez. No habría tiempo para más. Se acercó la pistola a la sien y accionó el tambor. Los latidos de su corazón jamás habían sido tan fuertes, como si el mismo órgano temiese por su existencia y previese que sólo le quedaban unos segundos hasta pararse definitivamente.

"Un loco jamás admite su enagenación" - Apuntó la voz -  "Si lo haces, no habrá vuelta atrás. Llevas toda la vida persiguiendo una idea, así que no la abandones tan a la ligera. Tu cobardía sólo empeorará las cosas, pues ambos sabemos que no tienes los arrestos para hacerlo".

- ¿Y tú que sabes? ¿Acaso eres la voz de mi conciencia? ¿Un augurio de mi subconsciente? - Un temblor involuntario le movía el arma por su cabeza - ¿No eres acaso la demostración de que ya no hay esperanza para mí?

"Yo soy la idea que estás buscando. Soy la idea que te atrapa por las noches y no te deja dormir. Soy la idea que perdiste y recuperaste cada vez que te sentabas frente a la máquina de escribir. Soy la idea con la que naciste y la idea con la que morirás. Soy la idea. La que ha pasado por la mente de hombres más brillantes que tú, la que ha seducido a mujeres, la que ha hecho llorar a reyes, la que deshace fronteras. Mi libertad está ligada a tu ser y a tu talento. Soy la idea que te ha hecho plantearte el suicidio y la locura. Soy la idea que te destruirá y la idea que te llevará hasta donde tú quieras llegar".

El escritor bajó el arma con un movimiento seco y se levantó con esfuerzo. Su mente se había bloqueado. Sólo había sitio para un único propósito. La pistola quedó abandonada a su suerte en el callejón, esperando a su siguiente dueño.

Llegó a casa al atardecer. Sin quitarse la chaqueta, se sentó en su escritorio. Sus manos estaban manchadas de barro e inmundicia. Las teclas se encogían ante su furia. No levantó la vista hasta que el sol lo deslumbró por la ventana, momento en el que supo que su tarea había terminado por ese día. Se desperezó sonriente y se tiró a la cama, agotado. Su contacto nunca había sido tan cómodo, tan cálido. Se permitió un último vistazo al cuarto en el que se encontraba. Jamás le había resultado tan acogedor.

Y soñó con el futuro, abrazado a su idea.



"Los escritores tienen un sexto sentido para sacar de algo común, e incluso vulgar, una historia que narrar. Pocas cosas tienen tanta fuerza, tanta intensidad, como el poder de una idea"


miércoles, 5 de marzo de 2014

Los tres ejes de las mujeres: El cariño

¡Huy tú, maja!

El Sr. Simpático, dando muestras de cariño.



Todos sabemos que el cariño es, en parte, el más difícil de conseguir y el más complejo de los 3 ejes de las mujeres. Por eso empezamos por él, pues una vez conseguido, los otros dos no parecerán tan duros y agonizantes.

El cariño se define, basicamente, como una herramienta de confianza. No es lo mismo dar muestras de cariño cogiéndole del pelo a tu amada mientras le bufas cosas obsecenas al oido y te agarras de su tetilla. Eso queda censurado para los consejos de alcoba. No. Y tampoco me refiero a tener detalles bonitos, a plancharle las bragas, a decirle que no está gorda o a ponerle una chaquetilla encima cuando tiene frío. Mariconadas. Nosotros sabemos que si alguno de esos momentos de calzonería se repite con asiduidad, nos convertiremos en carne de cañón para sus quejas y sus conflictos paternofiliales. Hay que evitarlos a toda costa.
¿Que tiene frío? Haber salido con una chaqueta.
¿Que se siente gorda? No haber comido brownie. NUESTRO brownie. Ellas nunca pedirán postre, se dedicarán a coger el nuestro sin preguntar antes.

El cariño va mucho más allá de estos puntos claves. Se puede ser detallista, sí, pero salvando las distancias del decoro y la pagafantería. 

Por eso, el cariño entra en conflicto con los otros dos ejes. Mientras que la Comprensión y la Polla hay que dárselas de manera diaria y en cantidades industriales, el cariño tiene que venir en pequeñas dosis y muy de vez en cuando, no vaya a ser que se acostumbre. Unos mimos por aquí, un poco de bisutería por allá, un breve periodo de abstinencia y tenemos el efecto que pretendíamos. Una relación plena, segura y satisfactoria. 

Ahora bien, un acto de especial cariño requiere atención y esfuerzos. Hay que halagar al mismo tiempo que se critica, para lograr un efecto rebote. Ellas nos van a destripar como hienas en ayunas si no logramos encontrar el equilibrio, ya sea en exceso o en escasez. 

- Si se agobia facilmente, tenderá a necesitar menos Polla y más Comprensión.
- Si se siente desatendida, tenderá a necesitar más Polla y más Comprensión.

Y en ambos casos, no tiene por qué ser tu Polla y tu Comprensión. 

El cariño regula nuestro PH parejil. Como el beberse una buena cerveza tras una jornada de agotador curro o cascársela cual babuino en los baños de una gasolinera tras ver que ha bajado el precio del diesel. 

Y ahora llega la clave, el momento esperado: ¿Que pasos hay que seguir para tener ese equilibrio?

1.- Ahorra para ella, pero gástalo en condones. De los buenos, de los Durex con motitas de esas que hacen cosquillas en el glande. Si eres de los que lo hace a pelo, compra flores y ponlas en tu habitación. Le dará un aire muy varonil.

2.- Acariciala tras el sexo, pero quédate dormido al rato. Así, sin más. Haz como que pierdes la consciencia y desplázate a tu lado de la almohada. Murmulla una incoherencia para que piense que has dicho su nombre. Como mínimo, que se quede con la incertidumbre. 

3.- Ten detalles, estilo notitas, guasaps románticos, muestras colonias caras, pero dile que también se los haces a tu madre. Un refuerzo positivo es hacer enemigas a la suegra y a la nuera, pues así lograrás atención y más tuppers de croquetas.

4.- Dale besos en lugares públicos, pero nunca le cojas de la mano sin que ella haga el gesto de querer hacerlo. Es importante que sea ella la que necesite marcar territorio, pues eso te abre muchas puertas a la hora de la Comprensión (vease más adelante).

5.- Mírala con deseo cuando se pruebe un modelito, pero haz un breve y subliminal comentario negativo ante él. Si queremos conservar la vida o los testículos, es IMPORTANTE que sea breve. Muy breve. Reservaos un doble sentido del mismo por si las cosas se tuercen.


Esto es todo lo que puedo decir del cariño. Hemos avanzado un pequeño paso hacia la sabiduría infinita que guardan "Los 3 ejes de las mujeres (y otras teorías sobre el amor)"


sábado, 1 de marzo de 2014

Manual del escritor perturbado.

¿Estás perdido en una nube de ideas sin solución? ¿Buscas inspiración? ¿Tu musa ha dejado de lamerte los cojones pensamientos? ¿Tienes sangre en tus deposiciones fecales?

¡Pues este es tu manual, pequeño hijo de perra! Con motivo de mi diplomatura, recientemente otorgada por la Sociedad Universal de Bucólicos Nacidos Ordenadamente, Rápido, la Menstruación Acarrea Líos (SUBNORMAL), llevo a vuestros hogares una sencilla, práctica y hermosa guía en la que podreis escribir vuestras gilipolleces sobre la supremacía aria o la carta de San Pablo a los Corintios sin que la gente piense que teneis un leve trastorno psicológico producido por las anfetas sacadas del culo de un moro en agosto (que todos sabemos que es cuando mas se suda).

Para seguir estas pautas, solo teneis que repetir conmigo estas 3 esenciales oraciones:

- No sé de que voy a hablar.
- No sé que cojones tiene que ver esto con la tarta de frambuesa, señora.
- ¿Esta cuerda es lo suficientemente resistente como para sostener a un hombre ahorcado?

Ahora que tenemos claras nuestras referencias, aclararé que no hay camino fácil en el sinuoso submundo de la escritura. Los que entren pensando en que su mano se va a mover automaticamente por las teclas del ordenador o la máquina de ordeñar vacas, según gusteis, sin esfuerzo, lo lleva jodido, muy jodido.
Es como la anécdota del pastor judío. No la voy a contar, es de muy mal gusto. El propio Fhürer me echó de su casa de campo entre afeminados berridos cuando se lo conté a Eva Braun durante su picnic campestre de los domingos. Pero el caso es que tenemos que esforzarnos, buscar la motivación y las agallas para ser politicamente incorrectos.

Nuestro público también es importante. Si estais buscando que os lean monjas de clausura, lo llevais jodido. Si estais buscando la aprobación de Buda, este es vuestro lugar.

Por cierto... ¿os habeis dado cuenta de lo que acabo de hacer? Supongo que no, ya que sois una panda de ignorantes malnacidos. Pues abrid la mente, cojones, que no está el pais para ir regalando sabiduría ancestral y que la desperdicien. Os estoy lobotomizando para que conquisteis la fábrica de Gallina Blanca y desentrañeis los secretos del Caldo de Pollo, no para que os distraigais cuando una modelo rusa se os acerque insinuante y se ofrezca a cabalgar sobre vuestros centollos. Y quien dice modelo rusa, también dice... joder, espera... a ver... ¿un antioxidante vaginal para esos días del mes? No... joder, nunca sé que es lo que os llama la atención a las mujeres. Sereis el sexo débil, pero sin duda no sois tan fáciles de entender como yo pensaba... lo mismo tengo que leer Los tres ejes del amor para aclararme. Quien sabe. Lo mismo es útil ¿eh?. Quien sabe... ¡¿EH?!

Pues eso, volviendo al tema que nos ocupa, hay que desviar la atención constantemente de lo que estás escribiendo para lograr una falsa sensación de abandono materno. Os lo explicaré con términos que podais entender: Cuanto más digais, menos teneis que decir.
Eso es sencillo, teniendo en cuenta que estamos en la época del chollo y cualquier anormal puede rellenar un pajar de mierda y que le paguen una millonada por ello. Y el escritor perturbado no va a ser menos. Somos una raza superior, por encima de los banqueros judíos y las prostitutas de lujo. Tenemos el poder de manipular la mente, embotar los sentidos y escupir a la cara al mismísimo Joan Laporta, amo y señor de las marismas del Norte.

Por estas razones, y por muchas más (entre las que se encuentran el mal gusto y la ansia de folletín de la población media), estamos destinados a triunfar en nuestro campo de sórdidas ideas y vérsiculos paganos. Personalmente, me dedico a rellenar mis historietas con odas a lo escabroso y lenguaje prosaico del S.XVI. De esta manera, lo único que consigo es entretenerme a mí mismo y desviar la atención de lo vulgar, conviertiendo una mierda tan grande que al cagarla te cabría una botella en el ojete en una obra de arte.

¿Que como podeis pareceros a mí? Oh, me halagais.

Primer paso: Sentad el culo en la silla. No lo movais en media hora aproximadamente. Prohibido coger el lápiz/boli/teclado/dildo hasta que haya pasado ese tiempo. Estructurad primero en la mente, que después llegan los disgustos, las maldiciones, los improperios y los gemidos de placer.

Segundo paso: Trabajad en un tema en concreto sin obviar los otros que se os hayan venido a la cabeza. El escritor perturbado más experto puede componer más de 10 textos a la vez, de forma simultánea. No os pongais música, pues con lo pedorros que sois, seguro que os limitareis a poneros al Juan Mojón de los cojones y acabareis por hacer un texto casposo sobre el amor y sus limitaciones vaginales.

Tercer paso: Sed todo lo groseros, ofensivos e insultantes que podais. La gente no lo notará, pues estarán demasiado ocupados en palmearos la polla por haber sabido componer una frase de más de dos palabras sin necesidad de acudir a un consejero matrimonial.

Cuarto paso: Cascáosla si es preciso, pero sólo antes del paso número 1. Un exceso de testosterona os puede producir colapsos graves, pero si lo soltais en medio de una composición, pues lo mismo dejais de hablar de pechotes para acabar hablando de Bitcoins o de empanadillas sin atún.

Quinto paso: No reviseis. Nunca. Eso es de maricas.

Sexto paso: Si os bloqueais, dejad de trabajar y bebeos no menos de tres latas de cerveza ni más de treinta. Eso expulsará los demonios y vuestra musa volverá, arrepentida por haberse acojonado. Teneis permiso para encadenarla si es preciso.

Séptimo paso: Guardaos las ideas sueltas para un futuro. Nunca se sabe.

Octavo paso: Al acabar el texto, no lo releais. Colgadlo sin más en vuestros blogs o corchos y continuad con el siguiente. O eso, o marchaos a la calle a tener una puta vida, desgraciados insociales. También podeis probar con promocionar vuestra obra de arte.

Noveno paso: Repetid en alto "no alcanzo a ver la punta de mi rabo, que bueno soy, que bueno estoy, me haría el Teto a mí mismo". En caso de que seas una mujer, busca una fregona y friega.

Décimo paso: Id a la puerta del DIA a pedir cigarrillos con una sonrisa macabra.


A partir de aquí, os buscais la puta vida.

Ea, con Buda. XXX

miércoles, 19 de febrero de 2014

Resolviendo el teorema (7): Ciclogénesis escrotal.

Tenía frío en el escroto derecho. Sí, es muy feo empezar así una nueva entrada de este estremecedor y a la vez completamente verídico relato, pero es que no os imaginais las corrientes que había en el Palacio de los Blitzers.

Todo estaba cubierto de hielo, desde las desgastadas paredes hasta los mocos de la pobre Tequilas, que se estremecía en cada paso que daba mientras gemía de forma indecorosa.

Nos habíamos adentrado en ese lugar fantástico atravesando pantanos, montañas y acantilados. Incluso tuvimos que pasar por debajo de la falda de una giganta ninfómana con serios problemas de higiene corporal. Aquello apestaba tanto como el sobaco de Pipi Estrada tras una discusión en Telecirco.

No faltaba mucho para llegar, o al menos eso decía Tequilas. Mis vaqueros se habían reducido a un trozo de tela que habría hecho parecer a una cubana en topless una monja de clausura. Y claro, teniendo en cuenta que el palacio estaba hasta arriba de hielo, pues como que sentía un ligero escozor helado. No voy a dar más detalles, pero no se lo deseo a nadie en este mundo. Bueno, sí, al cabrón de Timmy.

El caso es que cuando hace mucho frío, mi testículo derecho, el que tiene un compartimento secreto para guardar llaves, mandarinas y rollos de cobre. Es muy útil, pero tiene sus desventajas. Una de ellas, y en este caso estaba sufríendola en carne viva, es que mis espermatozoides, que circulan por el huevo como si fuera una autobahn de esas alemanas, se revolucionan y giran a una velocidad centrípeta homologada del infierno. Esto provoca dos acontecimientos:

- Dolor. Mucho dolor.

- Ciclogénesis. es el desarrollo o la consolidación de la circulación ciclónica en la atmósfera (un sistema de baja presión).Se trata de un término paraguas para varios procesos diversos, todos los cuales dan lugar al desarrollo de una cierta clase de ciclón. Puede ocurrir en varias escalas, desde la microescala a la escala sinóptica. Los ciclones extratopicales forman ondas a lo largo de los frentes antes de ocluir más adelante en su ciclo vital como ciclones de núcleo frío. Los ciclones tropicales se forman debido al calor latente conducido por actividad de tormenta significativa y son de núcleo cálido. Los mesociclones se forman sobre tierra como ciclones de núcleo cálido y pueden conllevar a la formación de tornados. También formadas a partir de mesociclones son las trombas marinas, aunque a menudo se forman a partir de ambientes de fuerte inestabilidad y cizalladura vertical baja.

Esto viene a decirnos que cuando algo gira muy deprisa en tus huevos, pues lo mismo te puedes quedar en el sitio. Imaginaos que una batidora con muy mala uva se te arrima a la zona baja y se enciende como por arte de magia. Pues eso es lo que me ocurre a mí cada vez que un viento helado sopla cerca de mi bajovientre.

Esto lo descubrí cuando perdí mi primera virginidad. Se me ocurrió, tonto de mí, que las esquimales eran hembras de bien, con buenas caderas para parir hijos y una subvención del estado muy curiosa. Total, que me subí al polo norte (o me bajé al polo sur... bueno, vienen a ser la misma mierda) y me trajiné a una peluda pero hermosa nativa encima de un iglú. Podeis pensar que soy un héroe, y de hecho, fueron los mejores 5 segundos de mi vida. Pero claro, el percal es el siguiente...

La ciclogénesis que se había formado en mis pelotas salió disparada como si el mismo Buda me hubiese señalado con su todopoderosa mano. La esquimal salió volando unos 300 metros en dirección a Paraguay, con tan mala suerte que aterrizó en una comisaría de la zona (la única puta comisaría de la zona). No pude ocultar el cadáver, claro, y me metieron entre rejas. Logré salir a los 30 años y para recuperar el tiempo perdido busqué la Fuente de la Juventud junto con Jack Sparrow y Batman (el interpretado por Val Kilmer, que es el más molón), teniendo que matar a Jordi Hurtado por el camino y a demás seres atemporales... pero bueno, esa es otra historia.

Me he perdido. ¿Por donde iba? Ah, sí, por el palacio de los Blitzers.

Tequilas y yo atravesamos el umbral hacia la gran cámara. Las gentes de la zona, muy simpáticas, nos hacían calvos al pasar y meneaban las caderas a un ritmo muy sabrosón.

- ¡Marisa Sedienta! - Gritaban - ¡Marisa Sedienta!

Era muy espectacular verlo. Grabé sus gestos por el móvil, pero tuve que parar porque Tequilas me agarró de la oreja y me llevó a través de un largo y ancho comedor, iluminado por antorchas de pellejo humano. Empecé a acojonarme. ¿Me iban a desollar otra vez? ¿No había sido suficiente cuando aquél pakistaní del Corte Inglés me había pillado robando calcetines?

Llegamos a una gran puerta de oro macizo, con incrustaciones de plata y estiércol. Tenía grabados que presentaban escenas mías en mi vida cotidiana. Comprando azúcar, librando a las gentes del lugar de un molesto dragón transexual, leyendo la biografía de Belén Esteban, mezclando orina con potasio para crear magdalenas... era muy impresionante.

- ¿Es aquí? - Le pregunté con miedo a Tequilas

- Sí, aquí es - Me respondió - Péinate y se un buen chico. Los sabios de la Cámara de los Tópicos son muy estrictos con el aspecto físico de una persona. Con que tengan la más mínima sospecha de que eres pobre, te lanzarán a las morsas asesinas y se quedarán con tu premolar.

- ¿Con mi premolar? - Repliqué asustado - ¡Eso jamás!

Saqué un peine de mi escroto y me lo pasé rápidamente por el pelo, dejando mi aspecto como uno de los niños del coro. Tequilas sacó unos pantalones de Buda sabe donde y me encontré por fin mucho más presentable. Y lo mejor es que la ciclogénesis había parado por fin. Me sentía con fuerzas para afrontar lo que fuese.

- ¿Estás listo?

- ¡Lo estoy! ¡JODER SI LO ESTOY! ¡DONDE COJONES ESTAN ESOS SABIOS QUE ME LOS VOY A CEPILLAAAAARHGL...!

Abrí la puerta de la Cámara de los Tópicos de una patada, dejando a la desmayada Tequilas a mi lado y le lancé a los brazos de la primera persona que ví. Era un hombre muy largo, barbudo, y en la mano sostenía un pincel. Me miró mi babeante y desquiciado rostro con horror.

- ¡Soy el Guardían de la puerta de los Tópicos! ¡Me debeis una cierta cantidad de salario y un seguro antitornados! - Berreé al personal, dejándolos a todos rociados de saliva y bilis.

El hombre se sobrepuso, me lanzó al suelo de una patada y se levantó. El cabrón rozaba el techo con su cabeza. Los otros 3 se levantaron también, dos hombres y una mujer.

- Bienvenido, Guardián. Somos los sabios de los Tópicos. Es la hora de recuperar tu habitación y mandar a Timmy al lugar que le corresponde. - Dijo el morlaco de 3 metros. Tenía una voz de ultratumba que me intimidó al principio, pero me recompuse enseguida. Después de lo que había pasado, quería respuestas. Necesitaba respuestas.

- ¿Y cual es ese lugar? - Pregunté de forma desafiante

- Su lugar... está aquí. Pertenece al Fregadero. Es el heredero del trono del Tópico. - Señaló una taza de váter que debía de llevar años sin limpiarse - El es... tu hermano.

Me estremecí. Iba a ser un día más largo de lo que pensaba.









lunes, 10 de febrero de 2014

Crónica del conquistador de Papúa.

Era Miércoles, eso que quede claro antes de empezar. Os juro que no era un Viernes de mierda, ni un Sábado mágico y travieso. Era un Miércoles, y como tal, no existen precedentes de noches así en mi "diario de aventuras justificadas y precedidas por el alcohol".

Resultaba que ese día, nuestro querido y amado amigo, el Sr. Ciclos, se volvía a la URSS a seguir con su plan malvado de dominar el mundo dándole a los habitantes de la zona raciones de Winstroll y Fabada Litoral. Esto tiene su explicación, pero no viene al caso... digamos que es un ser un tanto peculiar y musculoso. ROCOSO, más bien diría. Pero muy patrio, él.

Total, que nos había entrado el gusanillo de salir. Y con eso quiero decir que me había entrado el gusanillo de salir, lo que se prolonga a algunos de mis amigos, que gustosos se pillan un buen cebollino a la mínima de cambio.
Esto es un fenómeno social curioso. Empieza siempre de una manera similar. El imbécil número 1 (Aka yo) dice, como de paso:

- Tengo unash ganash de shalir de la hoshtia. Poneosh losh pantalonesh de trashego y vamosh al lío, cojonesya.

A lo que algunos responden no. Pero un no reticente. Eso abre una puerta clara que número 1 aprovecha exaltando la virtud de la amistad, los lazos que se crean en una noche entre hombres jóvenes, sudorosos y sexualmente activos y la posibilidad de tener, si no una noche de las míticas, un poco de recuerdo lamentable que contar a nuestros vástagos.
Entonces, el resto de imbéciles se dejan convencer, si no estaban convencidos ya, de que "hoy es el día y nadie me lo va a joder si no soy yo mismo".

Y salimos. Primero quedamos unos cuantos en el Kuboking a empezar con el precalentamiento. Estábamos muchos de los habituales. La Sra. Tequilas, el Sr. Fiesta, el Sr. Litros, el Sr. Tyson (antes conocido como Hitler, antes conocido como Pringles), el Sr. Ciclos, el Sr. Oscuro, el Sr. Styncat y el Sr. Styncat y yo.
Habeis oido bien. El Sr. Styncat y yo. Todo junto. Styncatyyo. Puff, dejadlo. Llamémosle Sr. Multiusos, por eso de evitar confusiones.

La cosa empezó a desmadrarse muy pronto. Cervezas, risas, discusiones a voz de grito, stripteases injustificados y viajes al retrete en modo croqueta. La gota colmó el vaso cuando, al pedir unos nachos, nos trajeron lo que parecían Frosties de Kellogs con sabor a Doritos del DIA, esos que cuestan 40 céntimos la bolsa y son más insípidos que el chichi de una quinceañera.
Total, que una cosa llevó a la otra y al final acabamos saliendo calentitos del lugar. La noche era fría, por lo que usamos nuestro habitual método de caldeamiento prejuerga: Un paso para adelante, un paso para atrás, agarrarnos las partes y lanzarnos a la aventura cual simios en celo.

Llegamos a la célebre y distinguida Plaza de Sol, por cuyas calles corren orines de las miles de personas que, por no entrar en un bar y por ahorrarse los trámites del seguro de vida, se bajan los pantalones llenos de júbilo y riegan esta hermosa ciudad con una pequeña parte de sus almas. Es hermoso verlo de noche.
Nada más poner el pié en la plaza, sentimos un ligero cosquilleo en el trasero. Los miles de reparteflayers, peligrosa subraza que asalta a los pobres e indefensos borrachos de la calle ofreciendo suculentas ofertas que después se tornan en asesinatos y garrafón de a peseta, se nos lanzaron encima berreando improperios y falsas espectativas, y lanzándonos sus papelitos a modo de boomerang.
Escapamos como pudimos gracias a una vivaracha y rolliza enana, que les ahuyentó moviendo sus caderas a un ritmo frenético. Casi le saca un ojo al Sr. Tyson en uno de sus balanceo.

Con la tontería, nos habíamos quedado solo 6 de nosotros: Oscuro, Tyson, Ciclos, Multiusos, Styncat y yo. Así que nos tuvimos que apañar de cualquier manera. Nuestra salvadora resultó ser una reparteflayer de marca mayor y nos engatusó prometiéndonos 5 discotecas con 5 chupitos para cada uno por el prodigioso e ínfimo precio de 5 leuros. Aceptamos encantados.

A continuación procedo a definir, de manera grotesca y endiabladamente concienzuda, nuestras aventuras en cada uno de los "garitos de moda" en los que acabamos.
Que quede en constancia que mientras lo hago, en el (ATENCION SPAM DEL PATROCINADOR) Spotify me suena "Ni tú ni nadie" de Alaska y Dinarama, por lo que tal vez veais pequeños índices de homosexualidad.

1.- EL BAR DE LOS SUSURROS PERDIDOS:

Menudo puto antro. En serio, he cagado cosas con mejor aspecto una mañana de domingo. La madre que les parió. Estaba encajado en una esquina de Buda sabe donde, alejado de su todopoderosa mano. Constaba de medio cacho de barra mal puesta en una tarima flotante de aspecto desvencijado y cochambroso. El ambiente que se respiraba era vapor venenoso salido ni más ni menos que de una serie de cachimbas traidas del centro del Sáhara (o eso deduje, pues aun estaban cubiertas de polvo y arena).
No sentamos en una zona diminuta al más puro estilo marroquí, sobre cojines de esos que te dejan el culo como un bebedero de patos. Mientras esperábamos a que nos pusiesen los chupitos y un par de cervezas que el caprichoso de Ciclos había exigido de forma vehemente a la mediometro mientras flexionaba sus ROCOSOS bíceps, nos pusimos a hablar entre balbuceos sobre la situación actual de la macroeconomía y los bitcoins. Las respuestas fueron de gran ayuda para el ministro de relaciones exteriores, que pasaba por allí y se pasó a saludarnos, quedando rociados de saliva y caspa.
Los chupitos llegaron y, como no, eran garrafón reciclado, destilado en las más profundas entrañas de Mordor Oeste. Haciendo de tripas corazón y empezando a arrepentirnos de la decisión de haber pagado, nos los empujamos al gaznate. A partir de ese momento, Styncat y Multiusos empezaron a acariciarse entre ellos. La noche PELIGRABA. Ciclos no dejaba de apretarse el pezón derecho con aprensión y en los ojos de Tyson y Oscuro se veía la intención de hacer una bomba de humo (usease, salir por patas). Yo, por mi parte, me senté en posición fetal y me puse a gemir y gruñir. No he encontrado a día de hoy una manera mejor para describir mi descontento.
A los veinte minutos, cuando la escena ya no podía ser más lamentable, llegó un amable caballero de aspecto bastante turbio a comunicarnos que moviésemos el puto culo, que nos marchábamos a Howarts. La noche aun no estaba perdida del todo.


2.- HOWARTS, ESCUELA DE HECHICERÍA:

- ¡Me cago en la leche, es Ron weasley!
Fue lo primero que pensamos todos al entrar en el sitio. Estaba todo lleno de ingleses. Y no lo digo por decir. El señor Ciclos, haciendo gala de sus poderosas habilidades para comunicarse con estos seres pálidos y pelirrojos, empezó a meterle fichas a uno de ellos.
El resto nos quedamos bastante intimidados de primeras. No es habitual en España entrar sin más en un colegio de magos, y menos teniendo en cuenta que ibamos medio borrachos. Si se enteraban de ello, lo mismo nos lanzaban algún hechizo y nos obligaban a practicar la eutanasia con crías de hurón. Y a mí me gustan los hurones. Putos ingleses malnacidos.
Pero entonces lo vimos. Wayne Rooney también estaba allí. El nos protegería. Nos lanzamos a la pista cual labradores en celo y se nos pasó el tiempo volando. Sonaba música celestial de los 90, nada de las mariconadas que ponen ahora. En el momento en el que empezó el temazo "Barbie Girl" de Aqua me lancé sobre los brazos de Oscuro y ambos nos pegamos el baile más varonil y cojonudo que jamás nadie ha visto. Las muchachas del local nos miraban extasiadas y cachondas perdías.
Pero todo lo bueno se acaba, claro. Nos tuvimos que marchar, pues aun nos quedaban 3 sitios a los que ir. El siniestro pero educado guía nos llevó por las mojadas calles de Madrid (había empezado a jarrear muy fuerte) hacia nuestro siguiente destino.

3.- DICOTECA FANTASMA:

Seré breve. Nada más entrar la hermosa y tetuda chica del ropero nos dijo que éste era gratis... mala señal. Mi abuelo siempre dice que los mejores locales de copas tienen un ropero sucio y caro. Y no se equivoca nunca el cabroncete, porque fue entrar y una neblina intensa nos cubrió por completo. Cuando el puto hielo seco se desvaneció, ante nuestros ojos hubo un panorama desolador... no había nadie.
Nadie. Estábamos solos. Las dos borrachas cincuentonas y los calvos del ala norte no cuentan. La música que sonaba tenía la misma calidad que el chopped pork del Eroski. Y la camarera, también pechugona, nos echó una mirada de asco que podría haber tumbado a una elefanta preñada.
Acción-reacción, diría el Sargento Miles. Chupito pal cuerpo y a tomar por saco el tour. Era el momento de hacer la bomba de humo.

3 BIS .- EL MAGO DE LOS PITIS:

Styncat se marchó, dejando a Multiusos llorando en la calle y suplicándole que le escribiera al llegar a casa. Tyson encontró un local de pizza de esos que te cobran medio riñón por un pedazo de empanada rancia, así que entramos para comer algo y quitarnos el mal sabor de boca que nos dejó el chupito de detritus que nos sirvió la borde de los pechotes.
Nos arrancamos las pulseras con rabia y nos sentamos a comer la pizza, o lo que parecía pizza, en un rincón. Seguía lloviendo, por lo que no se veía demasiado a más de 5 metros de distancia. Vislumbré, gracias a mi vista élfica y ligeramente desenfocada, a un hombre que se nos arrimaba de forma discreta a la par que descarada. Llevaba flyers en las manos y un cigarro de aspecto mugriento en la boca. Me sonreía.
Pegué un berrido y me escondí detrás de Ciclos, que estaba haciendo pesas con un par de botellas de vidrio. El reparteflyers nos acorraló de una manera tan experta que dedujimos que era uno de los buenos, y muy buenos. Hacía desaparecer los trozos de cartón de las manos y se los sacaba por el ano. Os juro que, a pesar de mi susto, me tenía hipnotizado.
Nos propuso entrar de nuevo al local, nos prometió otro chupito por cabeza y nos juró que no era Buda reencarnado. Esto último fue en lo único que no le creí, ya que hizo magia, pero magia de verdad.
Le retamos a hacer desaparecer el cigarro. No podía hacerlo como con los flyers, ya que este estaba encendido y lo más probable es que se quemase la mano y saliese ardiendo. Si lograba hacerlo, entraríamos a su antro.
Pues bien, no solo lo hizo, sino que encima lo hizo aparecer tras mi oreja. Se me cayeron los ojos de las cuencas. No había visto semejante muestra de poder mágico desde hacía años, cuando Styncat logró que la cerveza de un caballero se convirtiese en patatas bravas.
Como somos hombres de palabra, seguimos al mago de los pitis hacia la Discoteca Fantasma. Nos quedamos un ratejo para no hacerle un feo, pero al final nos dió la ansia de largarnos de allí. Y justo, ocurrió el milagro. Nuestro guía nos agarró de la oreja, nos gritó que donde cojones nos habíamos metido y nos llevó a rastras hacia el nuevo local.

4.- PAPUA:

(Censurado) Jajajajajajajaja no.

Pues resulta que cuando llegamos al local este de los cojones, Oscuro decidió que ya era la hora de conquistar nuevas culturas y horizontes. Cual Pizarro en las Américas, se lanzó sobre dos mujeres de aspecto simiesco y empezó a darle matarile por un tubo a una de ellas mientras nosotros lo mirábamos horrorizados. Era como ver el típico documental de la 2, pero con el aditivo de que en este caso no había censura en las escenas más turbias. 

Mientras tranto, Ciclos jugó a dos bandas con dos borrachas de Murcia, amiguísimas ellas, pero que competían por subirse en su ROCOSO cimbrel. Multiusos, Tyson y yo nos descojonábamos cosa mala. La noche se había salvado.

5.- LITTLE DETROIT:

Babuino en mano, Oscuro nos preguntó que si nos íbamos al siguiente local, que el guía nos estaba esperando con una vara de azuzar ganado en la puerta. No me habría extrañado que nos hubiesen acabado marcando (zasca, que manera más cojonuda de componer verbos tengo) al final de la noche con un hierro ardiendo.
El local en cuestión, discoteca más bien, era el clásico que estaba en plena Gran Vía de Madrid. El que siempre ves, siempre te preguntas como será, pero que nunca entras. Pues bien, os lo describo tal que así.


Se veía en medio de la discoteca, de forma circular, la parte de blancos (los de Howarts habían llegado antes que nosotros, mediante aparición seguramente) y la parte de los negros. Menudo dilema para Oscuro. No sabía en que lado meterse. Ciclos lo tuvo más sencillo. Con sus murcianas de la cintura, se puso a hacer "tuerquin" de ese (que viene a ser culopolla de toda la vida).
El resto nos quedamos en medio de la sala, picándonos a bailes con un par de negros que tenían un ritmo tan deficiente que no les dejaban cruzar la frontera a su zona. Menos mal que nosotros tampoco lo hicimos, porque el resto bailaban tan jodidamente bien que probablemente nos habrían dado de hostias al ver nuestros espasmódicos y etílicos movimientos.


Esta parte es muy triste, os dejo a vuestra elección leerla o no.


6.- LAS LÁGRIMAS DE TYSON:

Salimos de Little Detroit a las 6 de la mañana. La lluvia caía con más fuerza si cabe, por lo que Multiusos se convirtió en nuestro salvador al tener el coche bien cerquita. Dejamos a Oscuro en su lucha gregorromana y nos lanzamos por la Gran Vía, en busca del hogar.
Cuando digo que la lluvia era intensa, tal vez os penseis que caía con suele hacerlo en Madrid, de forma fina pero copiosa.
No os confundais. Lo que caía era la bisabuela de las tormentas. Un viento racheado, una ciclogénesis explosiva de la muerte destructora asesina del juicio final del dolor de los demonios.
Llegamos al coche... y ocurrió algo terrible. Tyson se tenía que marchar andando. Multiusos dijo que no podía llevarle a casa.
Ciclos y yo nos quejamos con vehemencia desde nuestro lugar en el coche, calentitos y semi secos ya, y nos ofrecimos a cambiar nuestro sitio por él mientras nos aferrábamos al asiento. Le dijimos que le acercase, que no fuera cruel. Pero no funcionó. Tyson tendría que marcharse solo en busca de su hogar.

La lluvia eran sus lágrimas. El rayo era su furia. El trueno su grito desesperado de ayuda. No supimos verlo, no nos sacrificamos con él y ni nos rebelamos contra la tiranía de Multiusos. Le dejamos allí. El coche arrancaba y la figura de Tyson se alejaba, dejando una estela de tristeza y oportunidades perdidas. Sus manos en los bolsillos, su cabeza baja mientras encaminaba sus pasos al hogar lejano... es algo que nunca olvidaremos. Lo tenemos grabado en la sangre como una deuda.

El cabroncete ni se resfrió. Taxi y para casa. Puto teatrero.  <---




Que bueno estar de vuelta. XXX.