sábado, 1 de marzo de 2014

Manual del escritor perturbado.

¿Estás perdido en una nube de ideas sin solución? ¿Buscas inspiración? ¿Tu musa ha dejado de lamerte los cojones pensamientos? ¿Tienes sangre en tus deposiciones fecales?

¡Pues este es tu manual, pequeño hijo de perra! Con motivo de mi diplomatura, recientemente otorgada por la Sociedad Universal de Bucólicos Nacidos Ordenadamente, Rápido, la Menstruación Acarrea Líos (SUBNORMAL), llevo a vuestros hogares una sencilla, práctica y hermosa guía en la que podreis escribir vuestras gilipolleces sobre la supremacía aria o la carta de San Pablo a los Corintios sin que la gente piense que teneis un leve trastorno psicológico producido por las anfetas sacadas del culo de un moro en agosto (que todos sabemos que es cuando mas se suda).

Para seguir estas pautas, solo teneis que repetir conmigo estas 3 esenciales oraciones:

- No sé de que voy a hablar.
- No sé que cojones tiene que ver esto con la tarta de frambuesa, señora.
- ¿Esta cuerda es lo suficientemente resistente como para sostener a un hombre ahorcado?

Ahora que tenemos claras nuestras referencias, aclararé que no hay camino fácil en el sinuoso submundo de la escritura. Los que entren pensando en que su mano se va a mover automaticamente por las teclas del ordenador o la máquina de ordeñar vacas, según gusteis, sin esfuerzo, lo lleva jodido, muy jodido.
Es como la anécdota del pastor judío. No la voy a contar, es de muy mal gusto. El propio Fhürer me echó de su casa de campo entre afeminados berridos cuando se lo conté a Eva Braun durante su picnic campestre de los domingos. Pero el caso es que tenemos que esforzarnos, buscar la motivación y las agallas para ser politicamente incorrectos.

Nuestro público también es importante. Si estais buscando que os lean monjas de clausura, lo llevais jodido. Si estais buscando la aprobación de Buda, este es vuestro lugar.

Por cierto... ¿os habeis dado cuenta de lo que acabo de hacer? Supongo que no, ya que sois una panda de ignorantes malnacidos. Pues abrid la mente, cojones, que no está el pais para ir regalando sabiduría ancestral y que la desperdicien. Os estoy lobotomizando para que conquisteis la fábrica de Gallina Blanca y desentrañeis los secretos del Caldo de Pollo, no para que os distraigais cuando una modelo rusa se os acerque insinuante y se ofrezca a cabalgar sobre vuestros centollos. Y quien dice modelo rusa, también dice... joder, espera... a ver... ¿un antioxidante vaginal para esos días del mes? No... joder, nunca sé que es lo que os llama la atención a las mujeres. Sereis el sexo débil, pero sin duda no sois tan fáciles de entender como yo pensaba... lo mismo tengo que leer Los tres ejes del amor para aclararme. Quien sabe. Lo mismo es útil ¿eh?. Quien sabe... ¡¿EH?!

Pues eso, volviendo al tema que nos ocupa, hay que desviar la atención constantemente de lo que estás escribiendo para lograr una falsa sensación de abandono materno. Os lo explicaré con términos que podais entender: Cuanto más digais, menos teneis que decir.
Eso es sencillo, teniendo en cuenta que estamos en la época del chollo y cualquier anormal puede rellenar un pajar de mierda y que le paguen una millonada por ello. Y el escritor perturbado no va a ser menos. Somos una raza superior, por encima de los banqueros judíos y las prostitutas de lujo. Tenemos el poder de manipular la mente, embotar los sentidos y escupir a la cara al mismísimo Joan Laporta, amo y señor de las marismas del Norte.

Por estas razones, y por muchas más (entre las que se encuentran el mal gusto y la ansia de folletín de la población media), estamos destinados a triunfar en nuestro campo de sórdidas ideas y vérsiculos paganos. Personalmente, me dedico a rellenar mis historietas con odas a lo escabroso y lenguaje prosaico del S.XVI. De esta manera, lo único que consigo es entretenerme a mí mismo y desviar la atención de lo vulgar, conviertiendo una mierda tan grande que al cagarla te cabría una botella en el ojete en una obra de arte.

¿Que como podeis pareceros a mí? Oh, me halagais.

Primer paso: Sentad el culo en la silla. No lo movais en media hora aproximadamente. Prohibido coger el lápiz/boli/teclado/dildo hasta que haya pasado ese tiempo. Estructurad primero en la mente, que después llegan los disgustos, las maldiciones, los improperios y los gemidos de placer.

Segundo paso: Trabajad en un tema en concreto sin obviar los otros que se os hayan venido a la cabeza. El escritor perturbado más experto puede componer más de 10 textos a la vez, de forma simultánea. No os pongais música, pues con lo pedorros que sois, seguro que os limitareis a poneros al Juan Mojón de los cojones y acabareis por hacer un texto casposo sobre el amor y sus limitaciones vaginales.

Tercer paso: Sed todo lo groseros, ofensivos e insultantes que podais. La gente no lo notará, pues estarán demasiado ocupados en palmearos la polla por haber sabido componer una frase de más de dos palabras sin necesidad de acudir a un consejero matrimonial.

Cuarto paso: Cascáosla si es preciso, pero sólo antes del paso número 1. Un exceso de testosterona os puede producir colapsos graves, pero si lo soltais en medio de una composición, pues lo mismo dejais de hablar de pechotes para acabar hablando de Bitcoins o de empanadillas sin atún.

Quinto paso: No reviseis. Nunca. Eso es de maricas.

Sexto paso: Si os bloqueais, dejad de trabajar y bebeos no menos de tres latas de cerveza ni más de treinta. Eso expulsará los demonios y vuestra musa volverá, arrepentida por haberse acojonado. Teneis permiso para encadenarla si es preciso.

Séptimo paso: Guardaos las ideas sueltas para un futuro. Nunca se sabe.

Octavo paso: Al acabar el texto, no lo releais. Colgadlo sin más en vuestros blogs o corchos y continuad con el siguiente. O eso, o marchaos a la calle a tener una puta vida, desgraciados insociales. También podeis probar con promocionar vuestra obra de arte.

Noveno paso: Repetid en alto "no alcanzo a ver la punta de mi rabo, que bueno soy, que bueno estoy, me haría el Teto a mí mismo". En caso de que seas una mujer, busca una fregona y friega.

Décimo paso: Id a la puerta del DIA a pedir cigarrillos con una sonrisa macabra.


A partir de aquí, os buscais la puta vida.

Ea, con Buda. XXX

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